POLITICA
tras una semana clave

Lorenzetti toma distancia de la contienda electoral

Después del fallo que frenó el voto popular de los miembros del Consejo, el presidente de la Corte se refugió en la localidad santafesina de Rafaela.

Ciudad natal. Salió a correr 50 minutos.
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Después del fallo de la Corte Suprema que dinamitó las intenciones del Gobierno de reformar el Consejo de la Magistratura, el nombre de Ricardo Lorenzetti volvió a quedar en el centro de la discusión política. Sobre todo luego de las declaraciones que publicó ayer PERFIL donde el magistrado   defendió al Poder Judicial al asegurar que los jueces no son un “grupo abroquelado”.

Desde el Gobierno, a través del representante del Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura, Hernán Ordiales, admitieron que el oficialismo “tendría que haber consultado más”, haber buscado más “consensos” y “no haber intentado una sanción tan rápida” de ese proyecto.

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Las declaraciones de Ordiales se transformaron en la primer autocrítica kirchnerista tras el rechazo de la Corte Suprema de Justicia.

Mientras tanto, el presidente de ese cuerpo, Ricardo Lorenzetti, pasó el fin de semana en Rafaela donde algunos vecinos lo alentaron como si estuviera en plena carrera electoral.

El “Mono”, como lo llaman en la ciudad santafesina ya vivió una situación similar cuando hace exactamente tres años se lo mencionaba como un potencial candidato para acompañar al ex vicepresidente Julio Cobos en una fórmula para las elecciones de 2011. Será por eso que en la intimidad, Lorenzetti cree que el interés que despertó a su alrededor es pasajero.

Como una suerte de vocero del pensamiento K, el diputado Carlos Kunkel acusó al cortesano de tener aspiraciones presidenciales y de utilizar al Poder Judicial como una suerte de trampolín. El oficialismo apoyó esa teoría y los dos discursos que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner dio en menos de 48 horas acompañaron el sentimiento.

Lorenzetti se ríe de las acusaciones del oficialismo. Pero en Rafaela fantasean con tener un presidente que sea del pago. El viernes por la mañana cuando acompañó a su octogenario padre a tomar un café a Totem, una antigua cafetería del lugar, uno de los contertulios se le acercó y le agradeció “por ponerle límites al Gobierno”.

Algo similar dijo José Sánchez, uno de los encargados del club de rugby local y que no tiene ni la más mínima idea de qué es el Consejo de la Magistratura. Pero la idea es la misma que la del hombre de Totem.

“Sería un buen presidente para el país, es serio. En la escuela siempre fue el líder, además de abanderado”, dice el empresario Rodolfo Williner. Lorenzetti lo mira, sonríe y dice: “Yo no quiero ser nada, él lo dice porque es mi amigo”.     El juez de la Corte asegura que jamás tuvo un ofrecimiento desde la oposición para integrar alguna lista. “Una vez publicaron algo por el estilo, pero no fue así”, aclara.

En Rafaela, los paredes no se llenan de consignas políticas. Los pasacalles y carteles aparecen durante el último tramo de la campaña y se esfuman a los pocos días de las votaciones. Eso explica por qué no hay consignas de apoyo a Lorenzetti. “Vos fijate que ni hubo pintadas durante la época en que el Gobierno se enfrentó con el campo”, remarca el Gringo, un estanciero que apoyaría “sin vacilar” su candidatura.

 

Deporte y asado en el fin de semana largo

Desde el miércoles a la noche Lorenzetti se refugia en Rafaela y mañana regresa al Palacio de Justicia. El viernes a las 19, al igual que el día anterior, salió a correr unos 50 minutos. Su rutina la hace en Villa Los Alamos que se destaca por sus arboledas y amplias casas.

El hombre con mayor cargo dentro del Poder Judicial no tiene cámaras en su casa, alarmas, ni personal de seguridad. Cuando sale a correr lo hace solo. “Me gusta llevar una vida tranquila, ¿quién me va a querer hacer algo?”, le cuenta a PERFIL.

El viernes a las 21 llegó con sus tres hijos a La Casa de Esteban, un bonito restaurante de precios bajos. Al mediodía había almorzado pollo, a la noche pidió una tira de asado. “Siempre viene acá, es muy tranquilo y no se la cree”, dice Luis, el mozo que lo atiende siempre. 

Un hombre que cenaba a cuatro mesas confió a PERFIL que hace 30 años que lo conoce y lanzó su presagio: “Créanme si les digo que ese tipo si quiere es presidente del país.

¿Pero saben qué?, no tiene ganas”.