El gobierno de Cristina Kirchner se está quedando sin dinero y el Fondo Monetario Internacional (FMI) vuelve a tener la llave para auxiliarlo. Claro que en otro contexto global, en el marco de una crisis profunda que obliga al Fondo a rever sus postulados clásicos. Precisamente, el trato que le dé este fin de semana a la Argentina indicará si el FMI supo o no adaptarse a estos nuevos tiempos.
La Asamblea General del FMI sesionará entre el jueves y el domingo. La Argentina quiere que el Fondo le habilite los 2.500 millones de dólares prometidos en la cumbre del Grupo de los 20 que se realizó el 2 de abril en Londres. Y exige que ese dinero le llegue sin condiciones ni monitoreos por parte del FMI. La decisión del Fondo puede sellar la reconciliación entre ese organismo y la Argentina, algo que a esta altura parece convenir a ambas partes.
El dinero forma parte de un fondo especial para ayudar a las economías en desarrollo, creado en esa cumbre, de la que la Argentina formó parte, y que será administrado por el FMI. En esta Asamblea se tratará también la nueva organización del Fondo y el peso que tendrá cada país en ese organismo. La Argentina, como Brasil y otros países, quieren cambios, tanto en el Fondo como en el Banco Mundial. Por ejemplo, aspiran a tener más peso en sus decisiones.
Todo esto le viene como un salvavidas a los Kirchner, en momentos en que el gobierno nacional está recaudando cada vez menos dinero, como lo muestran los números de marzo, que fueron impactados por los menores ingresos externos y por la caída en el nivel de actividad interna. Esta tendencia debería mantenerse en abril.
Por eso, el gobierno, en el inicio de una campaña electoral que puede dejarlo sin mayoría propia en el Congreso, necesita dinero fresco, el del FMI. El liderazgo kirchnerista no depende tanto del carisma como de la billetera.
*Editor jefe del diario PERFIL.