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Luego de un largo silencio, reapareció Carlos Grosso: símbolo del peronismo y la corrupción de los '90

Fue intendente porteño en 1989-1992 y el mentor de Puerto Madero. Varios escándalos lo alejaron de la política, pero asesoró a Macri y vuelve a la escena al cumplirse 30 años de una de las tareas que lo enorgullece: el cierre del Albergue Warnes.

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Carlos Grosso, en su lugar preferido | Agustín Jamele

Hace más de dos décadas que Carlos Grosso se borró de la escena política y mediática del país. Fue uno de los hombres más importantes del peronismo en la década del ’90; tanto, que muchos referentes de la época lo ubicaban como el posible sucesor de Carlos Menem en la presidencia. Pero una serie de irregularidades en su gestión como intendente de la Ciudad de Buenos Aires terminaron por alejarlo de esas chances, hasta que su apellido se terminó convirtiendo en un símbolo de la corrupción de ese peronismo que encabezaba Menen en los años '90. 

Ahora, luego de un largo silencio, Grosso reaparece en un informe realizado para Reperfilar, justo cuando se en el que se rememoran los 30 años del cierre del Albergue Warnes, el más grande ejemplo de la desidia argentina.

“Chorro como Grosso”. Así dice una de las canciones más famosas de León Gieco, Ojo con los Orozco, en la que se nombra al ex Intendente porteño ya convertido en emblema de la corrupción nacional. Grosso renunció a su cargo en la ex Capital Federal después que se destapara el célebre caso de la “Escuela Shopping”. Se trataba de varios locales cedidos para un emprendimiento comercial privado en la planta baja de la escuela Presidente Mitre, ubicada en Pueyrredón y Sarmiento del barrio de Once. locales 

Fue a principios de los ‘90, cuando el Concejo Deliberante entregó la planta baja de esa escuela pública para un negocio con 17 locales comerciales. En su momento, el hecho fue un escándalo nacional y el colegio recién pudo a funcionar con normalidad 23 años más tarde -en 2013- porque, gobierno tras gobierno, las obras siempre quedaron por la mitad. Por la “escuela shopping”, Grosso fue acusado del delito de peculado, y luego de 16 años la causa prescribiría sin condenas ni conclusiones.

Pero el caso más grave fue en 1991 con la concesión del predio “Golf-Velódromo”, en Palermo, a un grupo de funcionarios del Estado porteño. entonces a Grosso lo acusaron de "asociación ilícita" y hasta pasó un tiempo presa en 2002, hasta que la Justicia le otorgó la eximición.

El hecho que Grosso recién haya ido preso diez años más tarde del inicio de la causa se explica por la demora que hubo en los trámites dentro de los tribunales. Pero en ese momento, Grosso estuvo apuntado como "el gran corrupto argentino". Por eso, luego de ser interpelado por el Concejo Deliberante, en 1992 Grosso presentó su renuncia. 

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Sin embargo, son varios los integrantes de aquel Concejo Deliberante -entre oficialistas y opositores- que cuentan un lado B de la salida de Grosso. “Menem destapó lo de la Escuela Shopping y el predio de Golf para perjudicarlo. Todos lo veían a Grosso como el sucesor peronista en la Presidencia”, cuenta un ex legislador de la Unión del Centro Democrático (UCD). La versión se repite con todos los referentes políticos de la época, aunque ninguno se anima a revelar su nombre.

Grosso tenía algunas obras en su haber que podían haberlo catapultado hacia el sillón de Rivadavia. No solo concretó la mudanza del Albergue Warnes. También fue el ideólogo y ejecutor de Puerto Madero, junto al arquitecto Freddy Garay. Además, creó ArteBA. Símbolos porteños que aún continúan vigentes. 

De todos modos, la condena social a Grosso fue tan grande que quedó sepultado políticamente. Durante 2001, tuvo un breve retorno: fue Secretario General de la Presidencia de Adolfo Rodríguez Saá. Pero, al igual que el puntano, duró pocos días en el cargo.

Desde ese entonces, esquivó las luces públicas. Durante la presidencia de Mauricio Macri, Grosso fue parte del pelotón de peronistas que conformó las filas amarillas. Hasta los últimos días de gestión, Grosso fue asesor de Macri junto a un selecto grupo que pensaba la política a largo plazo.

Jaime Durán Barba y Marcos Peña eran otros de los que se sentaban en aquella mesa chica. Incluso, Grosso le mandaba al ex Presidente mails diarios sobre su mirada de la coyuntura.

Ahora, Grosso salió de las sombras y vuelve a la escena pública para hablar de una de sus obras que más orgullo le genera: el cierre del Albergue Warnes y su espectacular demolición. Según cuenta, aquella implosión nunca antes vista en el país estuvo a cargo de un ingeniero francés. El ex intendente porteño afirma que nunca se le pagó por su trabajo porque las facturas recibidas durante su gestión se demoraron y los jefes comunales posteriores tampoco se hicieron cargo del pago.

“Ver la situación actual del barrio Carrillo me genera mucho dolor, mucha pena. No era el proyecto nuestro”, dice Grosso en un balance de la actual situación de abandono que actualmente viven los sectores relocalizados del antiguo Albergue Warnes, hace treinta años.

Para la entrevista exclusiva con Reperfilar, Grosso eligió la locación que más cómoda le queda: Puerto Madero. Entre las calles que él mismo creó, tiene su oficina en un lujoso hotel que se ubica a tres cuadras del Faena. Alejado de la política, al menos por el momento, Grosso cuenta que allí se dedica ahora a la actividad privada en la tecnología digital con el desarrollo de software y plataformas.