El Gobierno de Mauricio Macri resolvió no armar una mesa de diálogo ni trabajar en un acuerdo económico y social abarcativo y de largo plazo tal y como habían reclamado varios sectores sociales y políticos y la misma Iglesia. La voluntad del Ejecutivo sería tratar cada tema por separado y de forma independiente.
El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, durante el Tedéum en la Catedral metropolitana en la celebración del 206° aniversario de la Revolución de Mayo se dirigió a Macri para reclamarle que las autoridades no pierdan la sensibilidad de escuchar y destacó la necesidad de "redoblar el esfuerzo" ante "el dolor de los más pobres". Entre sus pedidos también estuvo el de "crear espacios y mesas donde podamos compartir la sabiduría del diálogo".
Quienes también se mostraron a favor de un pacto entre todos los sectores políticos y sociales son las centrales sindicales y el jefe de bloque de senadores del Frente para la Victoria, Miguel Pichetto. Sus argumentos se basan en tratar de evitar más divisiones internas como las que se generaron por el debate de la ley antidespidos que finalmente fue vetada por el jefe de Estado.
El círculo cercano al Presidente no ve con buenos ojos ese gran acuerdo de gobernabilidad, que finalmente fue rechazado por el Presidente. "Nosotros vamos a dialogar y a acordar con todos los sectores, pero tema por tema. No se puede trazar un camino largo y conformar a todos. Cada ley será acordada con los diversos sectores y fuerzas", informó un allegado al jefe de Gabinete Marcos Peña al diario La Nación.
Según esa misma fuente "un acuerdo abarcativo y a largo plazo no es posible ni deseable" dado el nivel de fragmentación en la oposición y el mundo empresarial tras la salida del kirchnerismo del poder.