Una de las primeras respuestas a los resultados de las PASO ha sido que se trató de un voto castigo, voto económico, de bolsillo. Es sobre las racionalidades del voto que propongo que discutamos.
Recapitulando, recurrentemente el presidente Mauricio Macri ha mencionado que este era el camino. En marzo de este año, dijo: “Si ganamos, iremos en la misma dirección pero lo más rápido posible”. La semana pasada mencionó que la crisis se debía a que los cambios no se habían hecho con la rapidez necesaria. Estas frases dan cuenta de la caracterización que hace el Presidente de la actual coyuntura crítica.
Cambio. Ahora bien, ¿el problema ha sido la velocidad del cambio o su dirección? Una de las consignas de la campaña de 2015 era “no vas a perder nada de lo que tenés”. La promesa electoral se orientó a decirles a los votantes que su propuesta era resolver aquellos problemas que el kirchnerismo no había podido afrontar.
Como sabemos, esto no fue lo que sucedió, ya que apenas asumió el gobierno, Macri definió un giro neoconservador en materia económica que implicó una fenomenal transferencia de ingresos de sectores populares y medios a altos. Asimismo, luego de ganar las elecciones intermedias de 2017 avanzó en la reforma previsional, sancionada en medio de una represión feroz, y presentó un proyecto de reforma laboral, pese a que había dicho que no estaba en sus planes hacerlo. Estos acontecimientos marcaron un punto de inflexión para el Gobierno, que se agudizó a lo largo de 2018 debido a la inestabilidad económica.
En este contexto, el Gobierno puso en acto una de sus críticas al kirchnerismo: la hiperpolitización. Recordemos que una de las frases de Macri con mayor resonancia durante la campaña de 2015 fue “no voy a hacer cadena nacional todas las tardes así pueden ver la novela tranquilas”, en una suerte de apelación a que los ciudadanos podían ocuparse de su vida, mientras el Gobierno resolvía sus problemas. Esta hiperpolitización del Gobierno se sostuvo sobre la idea de los “setenta años de fiesta” y los problemas culturales de los argentinos.
La frase “podemos vivir mejor” terminó en propuestas de uberización de la economía, trabajos precarios en las economías de plataforma y la disolución de dispositivos estatales ocupados en regular la vida social. En ningún caso, la coalición Cambiemos pensó que la crisis se debía a un problema de su política y de la dirección que le imprimió al Gobierno. Bajo la forma discursiva del new age, el discurso oficial fue crecientemente neoliberal respecto de cómo entender la relación entre la sociedad civil, el Estado y el mercado. Y la decisión de Cambiemos fue rotunda: el mercado se libera, el Estado lo favorece y la sociedad civil se las arregla.
Consensos. ¿Por qué perdió el Gobierno? En parte puede atribuirse a un voto económico, pero esto no implica discutir la velocidad del cambio, sino qué tipo de cambio es esperado y soportado. Mi impresión es que cuando Cambiemos ganó las elecciones de 2015 creyó que se restituía un nuevo consenso neoliberal, frente al consenso posneoliberal construido durante los gobiernos kirchneristas. Discutir para qué queremos el Estado, sus funciones y atribuciones no implica automáticamente un nuevo consenso neoliberal ni un cheque en blanco al Gobierno para desarticular los mecanismos de integración social. Y este voto es profundamente político.
* Investigadora Citra/Conicet, politóloga y profesora Facultad de Ciencias Sociales, UBA.