POLITICA

Pingüino o pingüina, correligionario o compañero

Nada de “te clavo que te clavo la sombrilla”: esta semana, el hit kirchnerista será el Happy Birthday. Cristina Fernández de Kirchner cumple 54 mañana, lunes 19. Y su marido, Néstor, soplará 57 velitas el domingo que viene.

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Nada de “te clavo que te clavo la sombrilla”: esta semana, el hit kirchnerista será el Happy Birthday. Cristina Fernández de Kirchner cumple 54 mañana, lunes 19. Y su marido, Néstor, soplará 57 velitas el domingo que viene. Cuando llegue ese momento festivo se habrán cumplido 12 meses exactos desde que el propio Presidente de la República estrenó la onda Cristina 2007.
Fue en Olivos, después d el fútbol matinal de los sábados y la ducha de rigor. La mesa estaba rodeada de parientes, amigos y los más leales funcionarios, e iluminada por un crocante corderito patagónico al asador. Kirchner, en su carácter de homenajeado, propuso el brindis principal. “Por Cristina presidente en 2007”, dijo, y podría decirse que el choque de las miradas de desconcierto fue más notable que el de las copas.
Un año más viejo, el Presidente agita como nunca la idea, ahora casi a diario. “Será pingüino o pingüina” es la muletilla que eligió para calentar la incógnita y ventilar, de paso, que sólo el Frente para la Victoria está en condiciones de exhibir a la vez dos candidatos presidenciales para octubre.
En síntesis: hoy todo indica que habrá reelección propiamente dicha o por otros medios. Será él o será ella, recién llegadita de Europa para que el séquito de encuestadores oficiales salgan a medir el efecto post París.
No son los únicos que hacen cuentas y especulan con el asunto. Es que, sea “pingüino o pingüina”, alguien deberá ocupar el segundo lugar en la boleta. La danza del vice también empezó, al ritmo poco sutil que irradia la propaladora de la Casa Rosada. Es como un baile de disfraces ante la mirada atenta del público, donde las parejas se intercambian y giran sin cesar, como para ratificar la idea de que la pingüinera cubre la escena completa y fuera de ese foco todo es fatuo, vacuo, muy gris.
La oposición, fragmentada e indecisa, se empecina en darles la razón.

Cleto. Primero en la fila de candidateados a candidatos a vicepresidente está el gobernador radical mendocino Julio Cobos, cuyo nombre completo es Julio César Cleto Cobos, es ingeniero civil, en abril cumplirá los 50, es casado y tiene tres hijos. Kirchner se saca fotos con Don Cleto, en promedio, una vez por semana y lo menea como parte de su propia tropa. Cobos es por estas horas la pieza clave de un armado político que traspasa las membranas del peronismo y succiona radicales con inserción territorial y votos propios para el proyecto de la Familia K.
El gobernador mendocino es, además, una prueba viviente de cuánto influye la gran chequera de la Casa Rosada en el disciplinamiento de propios y no tan extraños. Esta semana pasó otra vez por Balcarce 50 y se llevó otros 52 millones de pesos de las arcas nacionales para distintas obras en su provincia, más el compromiso de un subsidio de 200 pesos durante seis meses para cada uno de los trabajadores afectados por los aluviones invernales que dañaron la producción vitivinícola.
El problema con la avalancha radikal es que, consolidada la alianza, pasaría a ocupar innumerables posiciones en las listas de candidatos para octubre, que no son de goma. Ello va generando inquietud en el neokirchnerismo de cuna peronista ortodoxa, varios de cuyos exponentes en las provincias empiezan a entender que no sacar los pies del plato significa quedar fuera de la competencia. Y de la posibilidad de ocupar alguna banca desde diciembre.

Felipe. Para ayudar a espantar esos fantasmas, en principio, está el amigo Felipe Solá. El gobernador bonaerense repite una vez por semana, en promedio, que le encantaría secundar a Cristina y pasar a tocar la campanita del Senado desde el 10 de diciembre.
Vaya si ha hecho los deberes, Felipe. Apenas terminaron las Constituyentes de Misiones del año pasado, fue el primero en resignar sus aspiraciones reeleccionistas para colaborar con el hombre que ahora deplora las reelecciones y gobernó Santa Cruz durante casi 13 años seguidos. Y ahora, político al fin, pasa elegantemente –fiel a su estilo de dandy– la factura.
En realidad, y según los cálculos presidenciales, es poco lo que aportaría Felipe Solá. Por un lado, irrita al grueso de los intendentes que saltaron el cerco desde el duhaldismo hacia el kirchnerismo. Por el otro, no tracciona votos propios, tarea para la cual se confía más en el ex motonauta y actual paracaidista bonaerense Daniel Scioli: su candidatura a gobernador permitiría por sí sola romper la tradición de que a un candidato a presidente peronista oriundo de una provincia pequeña debe acompañarlo siempre un peronista de la provincia de Buenos Aires, donde se definen las elecciones nacionales.
Como parte de esa lógica, los pingüinos piensan también en el santafesino Carlos Reutemann como eventual acompañante de él o de ella. No es un peronista clásico y tiene buena imagen en Santa Fe. De todos modos, y valga la redundancia, no le tienen mucha fe al aguante del ex Fórmula 1.
Volviendo a Felipe Solá, los principales cuestionamientos del kirchnerismo a quien llegó a La Plata de la mano de Carlos Ruckauf pasan por cierto egocentrismo expresado a lo largo de su sinuosa carrera. Quienes formulan esta crítica recuerdan algo que le dijo hace poco Kirchner a Felipe: “Vos sos de esos tipos que van a los velorios y se sienten mal... porque no son el centro de atención”. Fuentes del mismo palo bromean con que “si Solá escribiera un libro, lo titularía Yo y Platero”.
Mientras el acertijo se va resolviendo, Néstor y Cristina los cumplirán muy, pero muy felices.

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