Otra vez aquello de “los argentinos llegamos de los barcos”. Ahora dicho en boca de Alberto Fernández le dio a la oposición una excusa para tuitear y también dejar al descubierto la desmemoria de varios de sus personajes. En enero 2018, había sido el propio Macri quien dijo en el Foro de Davos: “Creo que la asociación entre el Mercosur y la Unión Europea es natural, en América del Sur todos somos descendientes de europeos”.
¿Empate técnico en esta disputa cotidiana entre oposición y oficialismo? Quizá.
En el marco de la visita a la Argentina del presidente del Gobierno español Pedro Sánchez, Fernández dijo: "Escribió alguna vez Octavio Paz que los mexicanos salieron de los indios, los brasileños salieron de la selva pero nosotros los argentinos llegamos de los barcos, y eran barcos que venían de Europa, y así construimos nuestra sociedad”.
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El recorrido mediático de la frase de Alberto Fernández aceleró un tuit aclaratorio: “Se afirmó más de una vez que ‘los argentinos descendemos de los barcos’. En la primera mitad del siglo XX recibimos a más de 5 millones de inmigrantes que convivieron con nuestros pueblos originarios. Es un orgullo nuestra diversidad. A nadie quise ofender, de todas formas, quien se haya sentido ofendido o invisibilizado, desde ya mis disculpas”.
Mientras la oposición se cubre con ponchos de llama y plumas de guacamayos, y saliva demandas de disculpas a mexicanos y a brasileños por la ofensa, en otros ámbitos hay académicos que estudian eso de “los argentinos venimos de los barcos”.
De hecho hace una semana, en The Guardian el periodista Uki Goñi publicó el artículo “Es hora de desafiar la autoimagen europea blanca de Argentina”. Y para resumir la percepción de quienes creen que Argentina es un “territorio transplantado de la Europa blanca” escribió una frase similar a la de Alberto Fernández: “Los mexicanos descienden de los incas, los peruanos de los incas, los argentinos de los barcos”.
En el artículo, Goñi señala la inclusión en 2021, en la UBA de la materia (optativa) “Derechos de las comunidades negras en Argentina desde una perspectiva afro”, como una arista de ese revisionismo de barcos e inmigrantes. También menciona a Erika Denise Edwards, una profesora de Historia Colonial de América Latina de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos).
Erika Edwards es negra y en su primer viaje de estudios a la Argentina la frase “los argentinos descienden de los barcos” marcó una bisagra en su carrera. El resultado fueron tres libros: “Historia de dos ciudades: Buenos Aires, Córdoba y la desaparición de la población negra en Argentina”; “Pardo es el nuevo negro: los orígenes urbanos del mito de la desaparición de los negros en Argentina”; y en 2020, “Escondidas a plena luz del día: las mujeres negras, la ley y la construcción de una República Argentina blanca.”
Medios de México y Brasil criticaron la frase de Alberto Fernández.
“No sabía nada de Argentina y estaba emocionada de descubrir el país. No tardé en darme cuenta de que esa experiencia cambiaría mi vida,” escribió Erika Edwards. “Negra en un país muy blanco (…). Al principio me sentí incómoda, luego me di cuenta que mi negritud no era igual en Argentina que en Estados Unidos. Mi negrura significaba algo más. ¡Era exótica, casi excepcional, y sorprendentemente no era negra! Era morocha. Me había transformado en una versión más ligera de mí misma. Me fui acostumbrando a que me llamaran morocha, y no pude evitar preguntarme qué era ser ‘morocha’. Con el tiempo, llegó la respuesta: era cualquiera que no fuera blanco. (…). Otros países tenían mestizos , o mulatos, pero Argentina había agrupado a los descendientes de africanos e indios y a las personas con tonos de piel bronceada, a menudo descendientes de inmigrantes de países mediterráneos, en una sola categoría: morochos. Proclamaron que en Argentina no había negros; ¡sí, muchos morochos!”.
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En la búsqueda de respuestas al concepto “Argentina es una nación blanca”, aquello de “los argentinos descienden de los barcos” también cobró sentido. Según escribe Edwards, “la reciente aparición de muchos estudios sobre los negros en Argentina ha sido un esfuerzo que celebran de varios académicos y activistas para quienes es obsoleto categorizar a Argentina como un país de descendencia europea, y de que siempre ha sido una nación blanca.”
En uno de los libros, menciona a Alberdi y Sarmiento como dos actores de ese proceso latinoamericano de “blanqueamiento”. Dos de los motorizadores que, en base a “teorías pseudocientíficas, pretendían demostrar la superioridad biológica de los blancos (europeos) sobre los no blancos. También Edwards incluye un artículo que en 1905 publicó la revista Caras y Caretas donde Juan José Soiza Reilly escribe: “La raza (negra) está perdiendo en la mezcla su color primitivo. Se vuelve gris. Se disuelve. Se aclara. Un árbol africano está produciendo flores blancas.” En los tres libros, Erika Edwards intenta con su investigación abordar el “blanqueo étnico” de la Argentina y el ocultamientos de sus raíces africanas. Y en ese interesante recorrido queda expuesto, otra vez, que si bien Argentina es un país con una importante inmigración europea, los “argentinos no sólo venimos de los barcos”.
ei / ds