Con hijos y negocios en peligro, la última "gran dueña" de la Argentina enfrenta los ataques del Gobierno K.
Las mucamas usan cofias blancas y uniformes celestes o rosados. Dos hombres pasean por el inmenso parque, pleno de vegetación, a los seis perros de la casa: cada uno lleva su trajecito, a modo de suéter, atado al cuerpo con correas. El living tiene dos veladores grandes que iluminan un cuadro y una estatuilla, ambos sobre perros. La casa está ubicada en el centro de la manzana. Allí convergen dos caminos laterales que bordean un gran ojo de agua rodeado de flores blancas. En el parque trasero, hay bancos y una pequeña fuente de yeso. A las seis de la tarde, se abre el señorial portón de rejas negras de la coqueta residencia de la calle Madero, en el bajo Martínez: ingresa rápidamente un BMW gris conducido por un hombre de traje negro, camisa blanca y corbata roja. Una hora después, Ernestina Herrera de Noble (84), vestida de negro y con el pelo rubio sobre los hombros, sale a despedir a Héctor Horacio Magnetto (65), su histórico “socio” y “aliado”, como le gusta definirlo a ella.
Cumbre con Magnetto. Es la primera vez que se encontraban después de la ruptura del contrato de la AFA con TyC, la empresa de transmisiones deportivas. Y el CEO de Clarín asegura que nadie sabía de esa reunión que había acordado sólo minutos antes. La cumbre, registrada por NOTICIAS el martes 18, entre las 18 y las 19, desmiente la versión de que la última gran dueña de la Argentina esté apartada del management del holding multimediático, hoy concentrado más que nunca en la pelea contra el Gobierno.
La escena se repite cada quince días en su casa y ella va, semana por medio, al edificio del diario en la calle Tacuarí. Cuando esta semana se reunieron Ernestina y Magnetto, sólo había malas noticias para tratar. Ya estaba consumada la operación kirchnerista “Fútbol para todos” que le arrebató al Grupo Clarín una ganancia neta estimada por el mercado en 30 millones de dólares anuales (si se incluyeran las ventas a los cableoperadores, los derechos al exterior, la publicidad y el proporcional de los 800.000 abonos al paquete codificado, además del 50% de las utilidades de TSC y TRISA a cargo de las transmisiones deportivas).
Había sido un golpe imprevisto para la mujer más poderosa de la Argentina. Sin embargo, los dos hablaron de “extorsiones”, “pinchaduras” y “guerra sucia” como parte de una ofensiva política previsible por parte del Gobierno. Ni la viuda de Noble ni Magnetto se escandalizan por las eventuales pérdidas económicas. En todo caso, ella vive los ataques como una consecuencia natural de su función mediática. Él está más activo que nunca: busca aliados políticos. Su mirada es: “El poder pasa, los medios permanecen”.
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