“No me persigo... Pero obvio, estoy en cana”. Las palabras de Juan José Zanola (74) aturden en el silencio. Son las 11 de la mañana en el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz, en la Provincia de Buenos Aires. Todos duermen, menos él: está despierto desde muy temprano. Los demás internos se levantan después del mediodía, producto de la ingesta compulsiva de ansiolíticos.
El titular del gremio de los bancarios, preso desde hace cinco meses y medio, procesado como presunto jefe de una asociación ilícita en el marco de la megacausa que investiga a la denominada “ mafia de los medicamentos”, viste amplios jeans, zapatillas negras, chomba bordó y chaleco marrón.
Es la primera vez que habla desde que fue apresado y parece estar de buen humor, a pesar de la decisión del juez Norberto Oyarbide de denegarle, otra vez, la prisión domiciliaria. Bajó unos 10 kilos, y otros tantos años le cayeron encima. Dice, con sorna, que pasa sus días en un country y que, cuando puede, toma un baño de calor en el spa del complejo o devora novelas policiales. Pero lo único real son los libros. Todo lo demás sólo es parte de su imaginación o ironía.