Diego Garijo tiene 41 años, es mexicano pero desde muy chico años vive en California. Ese nombre es el que lleva en la vida. Pero como luchador de MMA o en el tatami de jiu-jitsu, lo llaman “Two guns” (dos revólveres). Y cuando se transforma en drag queen, es Lola Pistola.
No lleva una doble vida, todo el universo de Garijo está a la vista. Al mundo de las peleas profesionales de MMA llegó antes que a la escena del universo drag queens. Y en ambos, dice, se siente cómodo. “Recibo mucho amor de gente del mundo drag, de las comunidades trans y gay. Y también de luchadores (…); quizás ellos también esconden algo de sí mismos que les gustaría sacar a la luz. Todo el mundo tiene secretos, es normal”, dijo en un reportaje al sitio Vice.
Nacido en Guanajuato (México) en 1980, y siendo muy chico se mudó con su madre a San Diego (California, Estados Unidos). Sin padre presente en toda su vida, ni tampoco alguien que tome el rol de figura paterna, fue un chico que en la escuela sufrió acoso de sus pares. Y reconoce que esas “humillaciones recibidas de chico” y la “vergüenza de sentirme un chico extraño”, lo ayudaron a ser quien fue de más grande y quien es hoy. También su paso por la cárcel hace ya mucho tiempo.
Y aunque Diego Garijo confiesa enfrentarse casi a diario a ese trauma de su infancia, en un momento se propuso siempre enfrentarlo. En esos “días malos”, entrena en la en la Academia 10th Planet Jiu-Jitsu (en San Diego), o en el ring. “Cuando lucho, todos los problemas desaparecen; lo único que importa es ganar la pelea”, explicó a Vice.Se hizo luchador profesional de MMA en 2006 y un desprendimiento de retina de un ojo lo obligó a un impasse en 2012. Su médico le salvó el ojo y le aconsejó dejar la lucha profesional. Garijo le hizo caso un tiempo. Y para regreso al ring cambió de tipo de combate: dejó la MMA y se pasó al boxeo sin guantes, “a puño limpio”.
Al mundo drag queen llegó luego de un “curso de inteligencia emocional”. Una de las consignas para los participantes fue que salieran de su zona de confort. Y fue entonces cuando a Diego Garijo se le cruzó la palabra “drag”. Y como hizo con la MMA y las artes marciales, fue a fondo: tomó clases de baile, se depiló las cejas, aprendió a caminar con tacones y lo ayudaron con el tema de la ropa. Y también se presentó en una competencia amateur de drag queens. No ganó pero el vencedor sí compartió el premio con él porque dijo que Garijo estaba mejor producido.
El mundo MMA y el de drag queen no le parecen diferentes conceptualmente. Según Diego Garijo dijo al sitio Vice: “Las artes marciales nos muestran la belleza de los humanos que superan una gran resistencia. El drag consiste en superar la masculinidad tóxica. (…) Antes de mi primera actuación, me sentía igual que antes de un combate. En la MMA, me sentaba en el mismo vestuario que mi contrincante, mirándonos y preguntándonos: ‘¿Podré vencerlo?’. Me sentí igual en la primera competición de drag: una habitación diminuta, ocho adultos midiéndose los unos a los otros. Pero yo no estaba nervioso; o quizá soy demasiado estúpido como para asustarme.”
Garijo quiere seguir una carrera como drag queen en un futuro porque lo siente como una extensión natural de su creatividad. En 2020 y en lo que va de 2021, por la pandemia no tuvo oportunidad de aparecer en escenarios, pero sí estuvo en dos inauguraciones de exposiciones de arte vestido de drag queen. Por todo esto y algo más, Diego Garijo se define como un artista –porque también pinta–, poeta, luchador profesional y drag queen a tiempo parcial. Y aclara “la gente se pregunta si soy gay, pero no entiende que la feminidad y la sexualidad son cosas completamente diferentes; quizá puedo decir que soy muy femenino.”