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HABLA SU TIA Y MADRINA

Dora Cerati: “Gustavo nos permitió estar cerca de él como nunca”

Por Agustín Gallardo. La tía del músico dice que fueron cuatro años de desgaste. Reconoce que era egoísta retenerlo en coma al músico si no iba a mejorar.

Pena. “Cuando nos avisaron de la muerte, Lilian no pudo ir”.
| Cedoc

La noche del velatorio en la Legislatura, Charly García se acercó a saludar a Lilian Clark, la madre de Gustavo Cerati. Mientras los fans pasaban alrededor del féretro para darle su último adiós, ella le dijo: “Ustedes, los artistas, dejan un legado que perdura en el tiempo. ¡Cómo quieren que no se nos haga difícil despedirlos!”. Las palabras de Lilian resumen lo que siente hoy toda la familia de Cerati, quien luego de estar cuatro años en coma (después de haber sufrido un ACV), falleció el pasado 4 de septiembre. “Gustavito nos dio, antes de irse y tal vez no en las mejores condiciones, todo el tiempo que la familia no tuvo para estar cerca de él como nunca”, dice Dora, su tía y madrina, a PERFIL a una semana de la muerte del músico.

Al igual que para toda la familia, para ella el dolor es inmenso. Dora supo estar en los comienzos de Cerati, en aquellas noches cuando Soda Stereo hacia explotar La Esquina del Sol, un pequeño reducto en Guatemala y Gurruchaga. Son muchas las imágenes, sobre toda una: la cámara eco que le regaló para grabar su segundo disco. “Fue el puntapié de un sonido que él estaba buscando. Tuve que dejar de pagar dos meses el alquiler, pero él estaba chocho”, recuerda emocionada.

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Fueron más de cuatro años de estar ahí, como dice ella, “esperando el milagro”. Dora pasó incontables horas frente a su sobrino en la Clínica Alcla, viendo cómo él apretaba la mano de su madre, o tragaba saliva cuando ella se lo pedía. “Sabíamos que nos escuchaba. Le hablábamos como si fuera una charla normal que ahora extrañamos”, se sincera.  

—¿Cómo está Lilian?
—Es difícil. Ahora sus tardes están vacías por la ausencia. Pensá que ella se preparaba para ir a verlo, se vestía,  se ponía linda.

—¿Más allá del dolor, no piensa que ya era momento para que descansara en paz?
—Sí, tal vez sea egoísta  retenerlo en ese estado si no iba a mejorar nunca. Su paz y descanso total es lo mejor seguramente. Pero teníamos la ilusión...

—¿Los tomó por sorpresa o era algo que sabían que podía suceder de momento a otro?
—No, no lo esperábamos. Dos días antes yo había estado en la clínica hasta la noche. No lo vi bien, estaba con las pulsaciones altas. Luego se normalizaron y con Lilian nos fuimos tranquilas. El miércoles estuvo su hermana Estela y lo vio mal. Yo llamé por teléfono, me dijo que estaba muy colorado. Le hicieron unas placas, seguía con las pulsaciones altas. El jueves a la mañana llamaron a su otra hermana para avisar que había fallecido. Fuimos todos para la casa de Lilian y de ahí a la clínica. Lilian no pudo ir, se quedó en su casa.

—Luego de su muerte, se volvió a hablar de sus excesos. ¿Esto pudo tener que ver con el ACV?
—Me consta que no por la gente que estaba cerca suyo, con la que hablé. Gustavo tenía algo que es hereditario en la familia, vivía con un problema de fragilidad venosa. De hecho tuvo una trombosis antes. Después de este episodio, tendría que haber parado un poco, cuidarse más...

—¿De qué cosas?
—Con el pucho era terrible, fumaba mucho. También se le había recomendado que no viajara en avión, algo que en su última gira hizo en todo momento. Me da bronca cuando se habla de excesos. Además siempre fue un tipo pensante, prolijo. Nunca iba más allá de sus posibilidades. Pero es evidente que teniendo 50 años, por más que tengas una mente de 20, tenés que cuidarte más. Las giras son muy cansadoras. ¡El bajaba dos kilos por recital!

—Luego de la noche que se desmayó en Venezuela, él volvió a estar consciente. Varios médicos dijeron que tal vez si se lo hubiese atendido en ese momento, hoy sería otra la historia.
—No lo sé, no estuve presente. Dicen que las primeras horas después de un ACV son fundamentales. Lo que sí te digo es que estando acá, no le hubiese pasado o habría sido asistido más rápido.

—¿Recuerda la última vez que habló con él?
—(Piensa) Tal vez fue para su cumpleaños 50, hizo una gran fiesta en su casa de Vicente López. Yo estaba con mucha hambre y sólo había frutas secas y semillas para comer (ríe). Estaba con la onda naturista. Me acuerdo estar charlando con él frente a un cenicero lleno de cigarrillos. Apenas le decías algo sobre el tema, se levantaba y se iba.

—¿Le decía que la quería?
—No era de demostrar mucho sus sentimientos. Pero yo sé que sí. El día del entierro me acerqué a Leonora (Balcarce), su ex novia, y le pregunté: “¿Gustavo te hablaba de mí?”. Y ella me respondió: “Sí, siempre decía: ‘Mi tía madrina es una genía’. El te adoraba, Dorita”.