“¿Quién sos?”, le preguntaron hace algunos años a Gabriela Sabatini en una entrevista. La tenista se tomó unos segundos para responder y, con una risa tímida, dijo: “Gabriela, una persona como cualquier otra”. Ganadora de 27 títulos como profesional –entre los que se destacan el US Open en 1990, una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de 1988, estar en el Salón de la Fama del tenis desde 2006 y haber sido merecedora del premio Philippe Chatrier, el máximo honor que otorga la Federación Internacional de Tenis–, cualquiera pensaría que tiene méritos suficientes para no ser una persona como cualquier otra. Sin embargo, no está en su esencia creer algo distinto y este sábado 16 de mayo, al celebrar sus 50 años, la respuesta de Gaby continúa siendo la misma.
—¿Es un día especial para vos?
—En realidad, es un año más. Los balances o planteos me los hago en diferentes momentos o situaciones que no necesariamente tienen que ser el día de mi cumpleaños. Soy una persona como cualquier otra y por supuesto que a veces tengo bajones. El paso del tiempo lo siento.
—¿Sos de ponerte a recordar “momentos”?
—Si miro para atrás, soy una agradecida de la vida y se me vienen a la mente los recuerdos más lindos. No soy de recordar lo malo, aunque las equivocaciones o los sufrimientos son generalmente los que más enseñan y los tomo como aprendizaje.
Sabatini explica en la entrevista con PERFIL que su cumpleaños número 50 no iba a cambiar la forma habitual de celebrar. “Siempre fui bastante tímida y no me gusta ser el centro en las reuniones. Cuando era chiquita mi mamá me tenía que llevar a apagar las velitas a escondidas”, recuerda sobre su infancia.
—¿Cómo solés pasar el día de tu cumpleaños?
—Prefiero celebrar con grupos pequeños de amigos. Mis 40 los pasé en Nueva York, y ahora estaba planeando hacer un viaje a algún lugar de Europa pero no lo había definido todavía.
—Y apareció una pandemia. ¿Cómo llevás este momento tan particular?
—Son tiempos muy difíciles de sobrellevar y es una situación que nos pone a prueba. No estamos acostumbrados a no poder salir, ya sea para ir a trabajar, para hacer algún trámite, para hacer deporte o simplemente para tomar un café con un amigo, ver a tus seres queridos y darles un abrazo. Estoy en el exterior pero estoy en contacto con todos mis seres queridos.
—¿Cómo ocupás el tiempo?
—Estoy leyendo, mirando series, probando nuevas recetas y haciendo ejercicio.
—¿Qué series te gustan?
—Es increíble la cantidad de opciones y de plataformas que existen. Me gusta encontrar una serie que me atrape y no poder dejar de verla. Algunas que me han gustado mucho y me han marcado son Merlí y This is Us. También documentales como Icarus y Avicii True Stories. En este momento estoy mirando The Last Dance.
—¿Y en cuanto a lo deportivo?
—Disfruto mucho haciendo cualquier deporte. Cuando dejé de jugar, me puse a correr muchas horas. Llegué a ir desde Palermo hasta Moreno. Dicen que correr es adictivo y creo que eso me pasó a mí. Después empecé con la bici de ruta a pedalear. Lo hacía como entrenamiento tres o cuatro veces por semana y por varias horas, hasta que surgió la posibilidad de hacer algunas etapas del Tour de France y allí fui. Hice cinco etapas de las que hacen los profesionales, con algunos kilómetros menos, y después se los podía ver a ellos pasar.
—¿Hacés otras actividades?
—Después de todo eso comencé a nadar y hoy lo sigo haciendo como entrenamiento. Me cuesta mucho, pero estar en contacto con el agua te deja en armonía y muy relajada. También hago rutinas de ejercicios tipo funcional, estiramientos casi todos los días y cada tanto yoga.
—Hace poco estuviste en Argentina compartiendo tiempo con varios deportistas. ¿Cómo fue esa experiencia?
—Fue muy linda y enriquecedora. Hoy en día soy fan de ellos y de todos los deportistas que hacen un esfuerzo enorme y nos demuestran su valentía, coraje, fortaleza, compromiso, entrega y pasión. Valoro mucho todas esas cualidades que te da el deporte. Ocupa un lugar primario y siempre será parte de mi vida.
—En tu retiro trabajaste con un psicólogo deportivo. ¿Creés que esa figura es necesaria en el deporte?
—A mí me ayudó mucho trabajar con un psicólogo en diferentes momentos de mi carrera. Pienso que es algo muy personal y depende de la necesidad de cada uno. El tenis es tan mental que considero que puede ayudar mucho tener ese apoyo profesional, son herramientas que pueden agregar un gran valor a todo lo demás.
—¿Con quién te gustaría hoy jugar un partido de tenis si pudieras?
—Me gustaría jugar con Serena Williams, por todo lo que significa para la historia del tenis. Por todas sus cualidades mentales y tenísticas y para sentir esa potencia. También sería lindo jugar con Federer en Wimbledon, y con Nadal en Roland Garros (risas).
—¿Es cierto que en tu departamento en Suiza tenés un mapa donde tenés marcados los lugares que ya conocés, aquellos donde jugaste y los que te gustaría visitar?
—En un momento marcaba todos los lugares donde había estado. Siempre me gustó tener un globo terráqueo donde pudiera ver el mundo. Me encanta conocer otras culturas y sus costumbres. Quisiera conocer lo máximo posible.
—¿Qué lugares quisieras conocer?
—Son muchos los lugares que me falta conocer. Algunos viajes pendientes son a la India, a Marruecos, y me encantaría ver las auroras boreales. Me gustaría recorrer toda Argentina. También me encantaría tener la experiencia de visitar refugios de animales rescatados como leones, elefantes y chimpancés.
—¿Por eso elegiste vivir cerca de una estación de tren?
—En Zurich es muy fácil tomar el tren y estar en tres horas en otro país. Desde ahí puedo ir a todos lados: Italia, Francia, Alemania, Inglaterra.
—Estás cerca de tu sobrina Oriana y de Dybala. ¿Les das consejos o te hacen consultas aprovechando tu experiencia?
—Es otra generación y otra época en cuanto a tecnología. Hoy, con las redes sociales y la comunicación hay mucha más exposición. Es un tema muy personal y uno trata de manejarse de acuerdo con como se sienta más cómodo.
—¿Por qué creés que Argentina no tiene una sucesora tuya?
—Siempre digo que son muchos los factores que influyen en el desarrollo de un tenista. El tema económico es muy importante, porque es lo que permite invertir en un proyecto, armar un plan de trabajo y poder proyectar a largo plazo desde la primera etapa hasta la competencia. También la distancia que tenemos desde Argentina hace que los viajes y las giras sean más costosos. Es positivo cuando aparecen referentes, como Nadia Podoroska y su triunfo en los Juegos Panamericanos, porque de esta manera es más fácil que las chicas se entusiasmen y se motiven a jugar.
—¿Qué desafíos te propusiste de acá en adelante?
—Una siempre tiene desafíos, aunque sean pequeños. Trato de buscar nuevos y van cambiando, como perfeccionar mi italiano, aprender mejor francés o tomar clases de danza aérea. Lograr dominar la técnica del arte latte sería otro, aunque ese casi lo estoy logrando (risas).