La incidencia de las PyMEs en el mercado laboral argentino está ampliamente extendida. Según datos del Ministerio de Producción, existen cerca de 850.000 PyMEs en Argentina. El 97% de las empresas del país son pequeñas y microempresas, y generan el 70% del empleo con 4.200.000 trabajadores registrados, sobre un total de 6.327.000 asalariados en el sector privado. Sin duda, estas cifras revelan no solo una fotografía de todo lo que abarca el mundo PyME en el país a nivel productivo, sino también el estrecho vínculo que existe entre ellas y los argentinos.
Como se ha dicho hasta el cansancio, las PyMEs son el motor de la economía argentina por lo que generan en relación a la matriz productiva del país, pero también por todo el potencial que poseen. Un hecho innegable que es reconocido por la mayoría la población: las PyMEs existen y se ven, y su importancia no se pueden discutir.
Además de la radiografía del sector que habla por sí sola, el contexto actual se torna ineludible a la hora de completar el mapa. Nadie puede negar que 2019, por múltiples factores, ha sido -transiciones políticas mediante- un año complejo para Argentina. Sumado a los distintos factores externos, no siempre oportunos ni beneficiosos, generaron un cóctel que puso en jaque al sector PyME, exigiéndole capacidad de respuesta ante nuevos problemas y, al mismo tiempo, depositando en él la posibilidad de que la situación de crisis no golpee aún más cada una de las regiones.
Éstas son cualidades que cualquier argentino puede reconocer en cada una de las pequeñas y medianas empresas que día a día abren sus puertas en los distintos rincones del territorio nacional. Quizás estas características ayudan a explicar los números que surgen de la Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública (ESPOP), recientemente publicada por la Universidad de San Andrés (UDESA). El dato que viene a cuento de este artículo es que, frente a la pregunta respecto de la imagen de las distintas instituciones del país, las PyMEs aparecen en segundo lugar como las más valoradas detrás de los científicos.
Según el informe, los científicos encabezan el ranking de instituciones, actores y organizaciones, ya que su imagen positiva, es decir, la suma de las respuestas “muy buena” y “buena”, alcanza el 79%. En segundo lugar se encuentran las PyMEs, quienes, como señala el estudio dirigido por el doctor Diego Reynoso, alcanzan el 67% de imagen positiva.
Es interesante mencionar, dado que también representan al sector productivo, que en tercer lugar se ubica el campo, con el 59% de imagen positiva, y en quinto lugar los industriales, con el 46% de valoración positiva.
La Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública es un estudio que la UDESA viene realizando desde el año 2015 con el objetivo de obtener mediciones acerca de la mirada de los ciudadanos sobre el desempeño de los poderes del Estado y las diferentes áreas de la política pública. Junto a este conjunto de mediciones, la encuesta alterna, de manera no periódica, preguntas sobre los principales dirigentes políticos y autoridades (ministros, gobernadores, líderes de opinión, etc.), así como también sobre diferentes grupos organizados de la sociedad. De allí surge la posibilidad de observar el vínculo de las PyMEs con la opinión pública.
Al examinar los resultados de las encuestas en las cuales se relevó la imagen positiva de las PyMEs entre 2017 y 2019, se pueden observar tres elementos interesantes. Por un lado, los argentinos tienen conocimiento de ellas y pueden emitir su opinión. Esto, lejos de ser una verdad de perogrullo, no ocurre con otros actores, instituciones u organizaciones. Por otro lado, estos estudios revelan que este sector del entramado productivo fue uno de los más estables en cuanto a su imagen, evitando “picos” de imagen positiva y negativa. Por último, su estima, es decir, su imagen positiva, osciló en torno a los 70 puntos, lo cual posiciona a las PyMEs entre las instituciones de mejor consideración por parte de los argentinos.
Para arribar a los datos del informe, la ESPOP recolecta respuestas de unas mil entrevistas a adultos de 16 a 64 años, conectados a internet en Argentina. Para obtener una muestra representativa del territorio federal se tiene en cuenta las 23 provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a la vez que se las agrupa en las cinco regiones geográficas (NOA, NEA, Cuyo, Centro, Patagonia y Buenos Aires). Se aplican, además, cuotas de sexo, edad y nivel socioeconómico.
Diego Reynoso, investigador del CONICET, profesor e investigador de la Universidad de San Andrés, y especialista en estudios electorales y legislativos, explica que la imagen tiene que ver con la percepción que los distintos actores sociales han logrado construir. “En cierta medida, es la reputación que cada uno de ellos tiene frente a la opinión pública. En este sentido, el estudio ayuda a dos cosas: por un lado, a identificar en qué medida los actores están trabajando o no en mejorar esas reputaciones, y por otro lado, nos habla de cómo la opinión pública está valorando unos sectores más que otros. Esto ha variado a lo largo del tiempo. A su vez, el estudio también permite armar segmentos políticos e ideológicos en el electorado sumado a otras variables, definiendo segmentos según cómo valoran al Estado, a las empresas o a las fuerzas militares”, advierte.
Sobre la valoración positiva de las PyMEs que arrojó la encuesta, Reynoso señala: “Desde hace un tiempo las PyMEs tienen una imagen positiva dentro de la consideración de los argentinos. Desde los últimos cuatro años, cuando nosotros empezamos a medir continuando la serie histórica del trabajo de Mora y Araujo, las PyMEs siempre están entre los lugares con mejor imagen, al igual que los científicos”.
Es revelador el dato que coloca a las pequeñas y medianas empresas del lado de los actores sociales que año tras año se llevan las mejores puntuaciones en relación a su reputación. Una primera conclusión a la que arriba Reynoso es que, a diferencia de las grandes empresas, las PyMEs están alejadas de los intereses particulares y colaboran con el bien común: “Se puede observar que esta valoración responde a la contribución del bienestar general que tienen las instituciones con mejor imagen y, al mismo tiempo, responde a aquellas que no se identifican con lo sectorial en relación a intereses particulares o corporativos. Es decir, cuanto más cerca se está del poder, la defensa o presión en beneficio de un sector, la valoración disminuye”.
“Respecto de las PyMEs, desde hace un tiempo hacia acá, la opinión pública comenzó a entender que las pequeñas y medianas empresas son grandes generadoras de empleo. De modo que son vistas con una imagen muy positiva a raíz de que una proporción importante de los argentinos puede obtener su empleo, y de ahí sus condiciones de manutención, gracias a su existencia y a la de los empresarios que las ponen en funcionamiento”, concluye Reynoso.
Así las cosas, de cara al nuevo escenario político y económico que tenemos por delante, ya no cabe duda que la consolidación y el crecimiento de las PyMEs representan una gran oportunidad para el desarrollo del país, no solo por lo que movilizan en términos económicos, sino también por las expectativas que generan en la opinión pública. Se podría arriesgar, sin temor a equivocarse, teniendo en cuenta la alta valoración positiva que la sociedad tiene de ellas, que la implementación de políticas que apoyen a las PyMEs no solo es central para el desarrollo del país, sino que además será bien recibida y acompañada por la comunidad en su conjunto. Generar mejores y más herramientas de financiamiento será clave, al tiempo que será fundamental sumar los esfuerzos necesarios con el objetivo de favorecer la actividad en cada una de las regiones del país.
GARANTÍA DE FINANCIAMIENTO
En un contexto donde el sector se consolida por su presencia territorial y su rol como actor más dinámico de la economía, también lo ha hecho la herramienta de garantías financieras como instrumento generador de fondos para inversión, compra de equipamiento o extensión de nuevos negocios.
Así puede observarse en la labor llevada adelante por la sociedad de garantía recíprova Garantizar, que actualmente tiene 20.500 millones de pesos en garantías vigentes para PyMEs.
Vale recordar que las sociedades de garantía recíproca (SGR) como Garantizar se especializan en evaluar el riesgo del crédito en las pequeñas y medianas empresas. A diferencia de otras entidades financieras, las SGR aportan flexibilidad para evaluar distintas cualidades del proyecto de las PyMEs, más allá del eventual riesgo en relación a la capacidad de pago de cada una de ellas.
Las SGR cuentan con un fondo de riego (formado por aportes de entidades públicas y privadas) que funciona como respaldo de las garantías emitidas en favor de las PyMEs. Así, éstas pueden acceder al financiamiento, que de otra manera les resultaría complicado. En efecto, las pequeñas y medianas empresas sufren de una auténtica barrera de acceso al crédito, denominada por la literatura económica como “falla de mercado”, conformada por los siguientes elementos: asimetría en la información, asimetría en el riesgo, criterios y costos de evaluación, garantía excesiva y exigencias formales. El resultado de esta discriminación es escasez del crédito, tasas elevadas, corto plazo, garantías exageradas y pérdida de competitividad.
Una sociedad de garantía recíproca corrige esta “falla de mercado” mediante la provisión de certificados de garantía de calidad. A partir de alcanzar acceso al crédito sin distorsiones, las pequeñas y medianas empresas se liberan de restricciones exógenas y costos excesivos para alcanzar su crecimiento.
Una sinergia natural
Mediante el mecanismo de las SGR, se benefician todos los actores intervinientes en el proceso del crédito. Las garantías no son solo una herramienta anticíclica o de corrección de una “falla de mercado”, dado que los efectos de su utilización van más allá de procurar un mejor y más amplio acceso al crédito a las MiPyMEs.
Las SGR permiten operar una sinergia natural entre las MiPyMEs, el sistema bancario y el Estado. Sus efectos se derraman hacia fuentes alternativas de financiamiento (Mercados de capital), grandes empresas y cadenas de valor. A su vez, facilitan y potencian el desarrollo y la profesionalidad de las pequeñas y medianas empresas, con su consiguiente impacto en el crecimiento con inclusión social.
En síntesis, las SGR permiten achicar la brecha entre las MiPyMEs y el sector financiero, mejorar el entorno de negocios aportando eficacia y transparencia, desarrollar el mercado de crédito y ajustar la oferta, focalizar el crédito a sectores y regiones, y potenciar y multiplicar el crédito, al liberar las previsiones de riesgo de las entidades financieras, en todo o en parte.