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Opinión

La utopía del optimismo

La creación del Consenso Económico y Social abre nuevas oportunidades para la solución de diferentes problemas argentinos como el trabajo, el medio ambiente y la educación. Pero también es una propuesta de una nueva forma de relacionamiento entre los argentinos.

El viernes pasado arrancó como un día que parecía ideal para el Gobierno y terminó, como todos sabemos, en el despido del ministro Ginés González García.

Pero había empezado bien porque ese día se presentó en sociedad el Consejo Económico y Social con discursos de su flamante titular, Gustavo Beliz, y de Alberto Fernández. Y digo que el viernes había empezado bien, porque lo que se comunicaba era que se estaba conformando un ámbito de diálogo y estudio que incluía a destacados especialistas nacionales e internacionales.

Se estaba inaugurando lo que muchos veníamos pidiendo: que el país pudiera desarrollar un marco de debate institucional para pensar a la Argentina del mediano y del largo plazo. O sea, escapar con inteligencia de la coyuntura y de la permanente grieta nacional.

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La utopía del optimismo

 

 

Primero, una sorpresa: me sorprendí con algo que no debería sorprender: que en los discursos inaugurales hayan estado ausentes los tonos pasionales y que se recurriera tantas veces a palabras como diálogo, acuerdo y consenso.

También me sorprendió, para bien digamos, que en la designación de los miembros del Consejo, tanto de los nacionales como los extranjeros, se nota un esfuerzo por transmitir pluralismo y moderación. Más allá de que hay personalidades que no están entre los elegidos y seguramente tienen antecedentes suficientes para haber estado.

La utopía del optimismo

 

 

El hecho de que el Consejo esté presidido por Gustavo Beliz también es, en sí mismo, un mensaje a los sectores más radicalizados de adentro y de afuera del Gobierno. Beliz nació y creció políticamente con Menem, pero a diferencia de muchos otros funcionarios, él nunca fue salpicado por denuncias de corrupción.

Después tuvo un paso breve como ministro de Justicia de Kirchner, pero lo echaron y debió irse del país tras denunciar la cueva negra de los servicios de Inteligencia.

La utopía del optimismo

 

Ahora bien: si de verdad lograran ejecutar lo que se expuso el viernes, si de verdad lo hicieran, el Consejo no solo abriría oportunidades para el estudio y la solución de diferentes problemas argentinos como el trabajo, el medio ambiente y la educación, sino que se convertiría, en sí mismo en una oportuna escenificación de una nueva forma de relacionamiento entre los argentinos. La forma del estudio y del diálogo.

Entre creer y no creer, déjenme en este caso la utopía del optimismo.