El bullying es una forma de violencia que puede darse entre niñas, niños y adolescentes, y que consiste en la búsqueda intencional, deliberada y reiterada de hacer sentir al otro humillado.
La Unesco estima que 246 millones de niños y adolescentes podrían ser víctimas de la violencia al interior y alrededor de sus escuelas.
Tanto la víctima como el impulsor del acoso escolar tienen ciertas particularidades. Quien padece bullying suele mostrar baja autoestima, inseguridad o timidez y puede dejar de juntarse con sus amigos para buscar continuamente la compañía de adultos. Además, suele estar aislado por sus compañeros y tener poco apoyo en redes sociales.
La víctima también puede ser dejar de asistir a clase, bajar el rendimiento o mostrar desinterés por el colegio. También puede sufrir cambios bruscos de humor, en su alimentación o en su uso de las redes sociales.
Por otro lado, el agresor actúa impulsivamente buscando reconocimiento y aceptación. Además, manipula, se comporta de forma agresiva y tiene baja tolerancia a la frustración.
El impacto del acoso escolar en la vida de una persona afecta su autoestima y salud mental. Un niño que es víctima de bullying, cambia su comportamiento, tiene alteraciones del sueño, alteraciones en la alimentación y, en muchos casos, incide en el bajo rendimiento escolar, e incluso, puede motivar el abandono escolar.