Una abuela de 76 años comenzó a dictar divertidas clases de educación física a sus vecinos para mantenerse activos durante la cuarentena que rige ante la pandemia del nuevo coronavirus (COVID-19). Se trata de Irma Mogilevsky, quien puntualmente a las 17:00 horas, los siete días de la semana, ofrece los conocimientos que adquirió a lo largo de una vida dedicada a la educación física.
La cita se desarrolla en un edificio de departamentos del barrio de Villa Crespo, donde vecinos se asoman a sus balcones para seguir el ritmo de la mujer, quien encabeza las clases desde el patio central. "Los adultos tuvimos la mala idea de vivir más años, y hay que arreglarse para estar bien de la cabeza, ir a hacer una compra o ir a una fiesta de los nietos, participar de cosas sociales que requieren de uno de los elementos antidepresivos no tenidos en cuenta, que es la fuerza de las piernas", dice Irma.
La "abuela fitness" fue durante años profesora y luego directora del Instituto Mogilevsky, reconocido centro fundado en 1958 por su padre, Adolfo Mogilevsky, y su madre, Rosa Dorfman. Allí ayudó especialmente a personas necesitadas de rehabilitación cardíaca y a cientos de adultos mayores. En los últimos meses, ya alejada de los gimnasios, Irma se ocupó de organizar ejercicios con vecinos en el cercano Parque Centenario o en la piscina del edificio, actividades que fueron interrumpidas por la cuarentena obligatoria que rige desde el 20 de marzo.
"La semana que empezó la pandemia empezamos todos (a decir) 'esto no lo hagamos', o 'con esto tengamos cuidado'. Sabemos que no vamos a poder salir, que no es cortito y que esto es largo, entonces puse a todos un comentario diciendo que a las cinco de la tarde me iba a parar acá adelante e iba a hacer gimnasia, y los que querían, podían hacerlo conmigo", relató la mujer. Las primeras clases compartidas reunieron a pocos vecinos, pero ahora todos participan, y lo hacen desde sus balcones, para respetar el distanciamiento social obligatorio.
"Los vecinos vienen voluntariamente, las veces que quieren y cuando quieren, a las cinco de la tarde, todos los días. La respuesta fue muy linda y la adhesión de los vecinos es muy interesante", valoró Irma. Las clases de la abuela, de 45 a 50 minutos, no tienen pausa, pues se han venido realizando de lunes a lunes, excepto un día, cuando no se pudieron hacer por una lluvia torrencial. "Si tenés 70 (años), recuperarte después de estar un mes en la cama te va a costar horrores. Las piernas, cuando pierden fuerza, es muy trabajoso recuperarlas. Uno tiene que tener de sobra fuerza de piernas", afirmó.
Ds