SALUD
Opinión

Las secuelas olfativas del coronavirus

El sentido del olfato, tan misterioso, hoy en pandemia ocupa un lugar preponderante y del escepticismo pasó a ser protagonista.

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La pérdida de olfato es uno de los principales síntomas del coronavirus y posteriores secuelas. | shutterstock

La anosmia, término conocido ya por todos, se refiere a la falta total del olfato. Es una alteración cuantitativa. Los testimonios de los pacientes que han transitado por la enfermedad Covid-19, así lo refieren recordando incluso el momento preciso en que el ese sentido desapareció. Junto con él, en muchas oportunidades también se deja de notar el sabor.

Esto es porque el olfato da el 80 % del sabor, y es necesario diferenciarlo del sentido del gusto. Este último se encuentra en la lengua. Allí están las papilas gustativas distribuidas topográficamente en diferentes lugares: en la zona anterior se percibe lo dulce, en los costados anteriores lo salado, hacia atrás lo ácido, en la parte posterior lo amargo y el umami, un quinto nuevo, se localiza en el centro.

Cuando el coronavirus afecta al epitelio olfatorio y da esa anosmia tan repentina y súbita, además puede combinarse con alteración del sabor. Al mismo tiempo puede presentar una falta de precisión ante el deleite que puede brindar una comida o una bebida, resultando totalmente insípida, por lo cual, los enfermos refieren que la misma le resulta a nada, o a un sabor raro, feo en la gran mayoría. 

Esto hace que dejen de alimentarse o limitan la dieta a sólo algunas comidas. Este comportamiento tiene como consecuencia una reducción de peso y faltante de aportes nutritivos necesarios.

Estudian dos posibles nuevos síntomas del Covid-19: perdida de olfato y sabor

 

Los olores normalmente están invisibilizados, pero ante la falta de la capacidad de poder oler, aparece una inmensa preocupación, y una real valoración ante este síntoma que está abolido.

Y que el olfato es un verdadero sistema de alarma, pues avisa de ciertos peligros como ante la fuga de gas. Es vital para otras actividades más cotidianas como saber qué olor tiene tu hijo o notar si se está quemando la comida. También genera preocupación la falta de esa capacidad justo en verano, cuando hace calor y uno no sabe cómo huele y se obsesiona. Los pacientes sienten una inmensa frustración y comienzan a aislarse y a deprimirse.

Muchas virosis desde siempre producen anosmia, como por ejemplo, el influenza de la gripe, o el rinovirus de los resfríos, y se manifestaban de esta manera súbita y repentina.

Otras causas de anosmia son los traumatismos craneoencefálicos con o sin pérdida de conocimiento, los tumores como los meningiomas y el tumor del epitelio olfatorio propiamente dicho que se llama estesioneuroblastoma. No existe otra razón que haga perder el el olfato bruscamente.

Muchas virosis desde siempre producen anosmia, como por ejemplo, el influenza de la gripe, o el rinovirus de los resfríos

El olfato se puede perder con la infección por coronavirus y la anosmia puede ser el único síntoma o uno más dentro de otros que forman parte de la definición de caso. Se debe aclarar que en algunas oportunidades se recupera durante el transcurso de la enfermedad, otras veces a las dos semanas ó más aunque en algunos casos lleva meses recuperarlo.

Durante ese periodo pueden aparecer las alteraciones cualitativas que son las disosmias, una distorsión en la interpretación de los olores. Dentro de ellas se encuentra la parosmia, que es la alteración en la percepción de los olores. Por ejemplo, en lugar de oler a café,  sienten olor a goma quemada. Otra forma es la fantosmia, que es oler una sustancia odorífera que no está presente.

Estas fantosmias son mas comunes cuando tienen su origen a nivel del sistema nervioso central, en patologías neurológicas como las migrañas, o en el caso de las epilepsias, donde aparece un aura, una previa que se manifiesta con la presencia de un olor e inmediatamente se desencadena el cuadro.

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La pérdida de olfato es uno de los síntomas más frecuentes de covid-19 y puede quedar como secuela.

Actualmente, también los pacientes refieren hiperemias, es decir, huelen de la misma manera olores distintos.

Tener parosmia es una buena señal dado que indica que el problema va en vía de solución, porque los estímulos están llegando al sistema nervioso central, pero aún lo hacen de forma confusa. Aparecen estos olores y sabores erráticos, la comida no sabe a nada o diferente, como metálica, gomosa según refieren los pacientes.

Es importante este síntoma que queda posterior al alta de la enfermedad y es necesario consultar, pues el tratamiento con neuroregeneradores y otros antioxidantes ayudan. En algunos casos, se le indica a la persona una rehabilitación para reaprender a oler, mediante ejercicios con olores y la memoria.

(*) Otorrinolaringóloga, experta en olfato, alergista y ex presidente Asociación de Otorrinolaringología de la ciudad de Buenos Aires (MN: 81701).