El virus de Epstein-Barr, responsable de la mononucleosis, es señalado como posible causante de la esclerosis múltiple, de acuerdo con una nueva investigación de la Universidad de Harvard. El análisis revela que el virus multiplica 32 veces el riesgo a padecer esta enfermedad neurodegenerativa, de origen aún desconocido y sin cura absoluta.
Para este estudio, participó un equipo científico de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard para analizar una base de 10 millones de soldados estadounidenses. Según el trabajo, publicado en la revista Science, a todos los soldados se les efectuaron una prueba HIV para ingresar a la fuerza y con un control de dos años mediante muestras almacenadas de suero sanguíneo.
Los resultados indican que, de cada mil soldados diagnósticos con esclerosis múltiple, se conservaron 801 muestras para nuevos análisis. De esta cantidad, 800 habían tenido contacto con el virus de Epstein-Barr.
En base a esto, los científicos concluyen que “estos resultados no pueden explicarse por ningún factor de riesgo conocido y sugieren que el virus de Epstein-Barr es la principal causa de la esclerosis múltiple”. Otros expertos, por su parte, piden tomar con cautela las conclusiones.
Esclerosis múltiple y coronavirus
Dos especialistas independientes de la Universidad de Stanford, William Robinson y Lawrence Steinman, aseguran que “es probable que la infección por el virus de Epstein-Barr sea necesaria, pero no suficiente, para desencadenar el desarrollo de la esclerosis múltiple”.
De todas formas, valoran los posibles efectos de este avance en posibles nuevas investigaciones para conocer las causas de la enfermedad, además de hallar una forma de tratarla o prevenirla. Frente a esto, varios laboratorios se encuentran en el desarrollo de vacunas para combatir la esclerosis múltiple.
Según informa el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC), el virus de Epstein-Barr es uno de los más comunes en seres humanos. También conocido por sus siglas (VEB), se propaga más comúnmente por medio de los líquidos corporales, en especial, la saliva. Por esta causa, es también llamada “como la enfermedad del beso”. También se pueden propagar mediante la sangre y el semen, durante el contacto sexual, las transfusiones de sangre y los trasplantes de órganos.
NM/ff