El arte es camino para llegar a Dios, aseguró el papa Benedicto XVI, y un grupo de jóvenes platenses lo siguieron al pie de la letra. Formaron Filocalia, una banda de rock-folk católico. “La idea de manifestar la fe con la música surgió a medida que crecimos en la fe y en nuestra vocación artística. Lo sentimos y nos sale del corazón, expresa lo que somos”, explica Francisco, líder del grupo.
“Empezamos en 1994, cuando armamos un proyecto llamado Pesebre Rock. Había actores, cantantes y músicos en escena, era una combinación de actuación y música”, cuenta. Comparten tareas concretas en instituciones eclesiales. “Hacemos la música desde lo que manda el corazón, no por la vanidad o el mercado. Tampoco por demanda de la religión. Dios siempre dice presente en las pequeñas cosas, él es la verdadera ganancia.”
Otro grupo es Los Querubines, formado por Jezabel, Lisa y Jonatan Narváez, tres hermanos misioneros que supieron conjugar canto, creencias y el pedido de su madre. “Ella necesitaba grabar unas canciones para dar catequesis en la iglesia de nuestro pueblo. Como Dios es amor y me parece que el amor se puede manifestar muy bien a través de la música, casi naturalmente fue surgiendo”, aseguró Jonatan.
SerTres es otra agrupación, que nació en 2003 conformada por el padre Luciano Iramain, Juan Ignacio Gonella y Victoria Miguens. Buscan ofrecer canciones inspiradas en experiencias surgidas de momentos fuertes y años de trabajo comunitario con una mirada de fe y espiritualidad.
Tienen cuatro producciones de estudio, entre ellas un CD y DVD en vivo en un concierto que brindaron en Italia. “Buscamos transmitir situaciones vividas con Dios, de una manera sencilla, pero muy fuerte. Tratando de poner en práctica algo de lo que Jesús propone en el Evangelio, que te rompe la cabeza, porque es muy desafiante y muy transformador en muchos sentidos”, dijo Luciano.
Metal prometido. El objetivo de la banda Atzmus también es transmitir un mensaje espiritual a partir de la música. El nombre, de origen hebreo, significa “esencia”, y su estilo fusiona el rock más pesado con melodías orientales y letras místicas.
Tanto el guitarrista, Emanuel Cohenca, como el cantante, Eliezer Barletta, pertenecen a la comunidad judía ortodoxa Jabad Lubavitch. El bajista, Javier Portillo, y el baterista, Josué Arrúa, son evangelistas. “Creemos que la música es la más espiritual de las artes y nos da la oportunidad de sembrar algo en las miles de personas que nos pueden escuchar, tengan la creencia que tuvieran”, considera Cohenca.
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