Analizar la metamorfosis de las costumbres sexuales de los argentinos en las últimas décadas puede convertirse en una propuesta realmente reveladora. Como todos saben, el proyecto neoliberal de la década del 90 provocó profundos cambios no sólo en lo económico sino también en materia social. Entre las “nuevas” pastillitas de Viagra y el reconocimiento de los derechos a las minorías sexuales, el país asistió a un inesperado replanteo de las relaciones de pareja, un narcisista culto a la imagen y una desmedida farandulización de la vida pública.
Las prioridades de la cultura afectiva de aquellos años siempre se conjugaron en tiempo presente. Más que desaparecer, las parejas eran contingentes. “La tendencia es considerar que nada sobrevivirá para siempre, el auge de los divorcios y separaciones demuestran que todo vínculo amoroso es provisional, disoluble”, explica la periodista María Seoane en su último trabajo “Amor a la Argentina. Sexo, moral y política en el siglo XX”.
“El contexto del capitalismo global integrado – agrega Seoane – no siempre favorece el amor: hay más individualismo, más soledad y algunos discursos que sugieren que si las utopías son imposibles, lo mismo le puede suceder a la del amor romántico, concebido para siempre”.
La vida en soledad de las mujeres, justificadas muchas veces con un recurrente “ya no quedan hombres”, no implica que hayan abandonado su apasionada preocupación por la seducción. La dictadura pasó a ser del cuerpo y todo vale a la hora de reciclarlo para lucir irresistibles. Deben llamar la atención. Que las miren, pero ojo, que nadie se anime a ponerles una mano encima.
“El amor en el fin de siglo es estético: pura mirada. Las cosas están para ser vistas y no para ser tocadas. Y allí están los hombres, tan histéricos como las stars de un teatro de revistas. La cirugía prueba que el tiempo puede ser abolido, circundando el deseo de abolir la muerte misma”, sostiene Beatriz Sarlo desde las páginas de “Amor a la Argentina”.
Pero, sin dudas, una de las características primordiales de las relaciones sociales en los años 90 fue la farandulización de la vida pública. “Las parejas del espectáculo pasaron, como nunca, a erigirse en paradigmas posibles de la vida y el amor”, destaca Seoane. Una de las exponentes de este fenómeno fue la estrella televisiva Susana Giménez con sus mediáticos, y a veces escandalosos, cambios de pareja: tanto sus ceniceros por el aire como su “despedida de casada” para celebrar una ruptura fueron televisados en vivo y en directo.
Fueron muchas las relaciones de pareja que se mostraron ávidas de exposición mediática, pero sin dudas el caso arquetípico fue el de Carlos Menem y la chilena Cecilia Bolocco. Juntos, y separados, escribieron un virtual folletín con su primer encuentro en la embajada argentina en Chile, los intercambios de piropos, la entrevista en La Rioja para un programa televisivo, el viaje juntos a Estados Unidos, el noviazgo anunciado, las tapas de revistas, el “casamiento del siglo” con besitos en la mejilla, el nacimiento de Maximiliano, la vida errante de la pareja, la derrota electoral en 2003 y la virtual desaparición de Cecilia, el escándalo sexual que estalló en 2007 (en el que ella apareció con su amante en Miami) y el previsible divorcio.
Luego, pasaron los gobiernos y las crisis. La necesidad, tanto política como social, era enterrar definitivamente el pasado para barajar y dar de nuevo. “La farandulización del amor – afirma Seoane - parecía pertenecer a las reliquias del siglo pasado, cuando la insoportable levedad del ser tenía más peso que las necesidades básicas insatisfechas de los argentinos”. De esta manera, las nuevas parejas presidenciales de Eduardo Duhalde y Hilda “Chiche” Duhalde y de Néstor Kirchner y Cristina Fernández aparecieron como una continuidad de la tradición argentina en cuanto a las formas de los matrimonios que llegan al poder. Fue el regreso a lo tradicional, al modelo que privilegia a la familia por sobre todas las cosas.
“A partir de 2003 la vida de las parejas del poder se replegó de los medios de prensa y de la televisión como una tendencia a desfarandulizar los modelos de vida privada ante la sociedad, cholula en parte, pero también rotundamente crítica de las exhuberancias de ricos y famosos del pasado”, concluye la periodista en “Amor a la Argentina”, un extenso recorrido por las transformaciones morales, sexuales y políticas a lo largo del siglo XX.
Hoy, en plena campaña electoral, el matrimonio Kirchner – Cristina delinean un nuevo capítulo que todavía no fue escrito. Se reparten los roles del poder y sueñan con una interminable sucesión presidencial. Será, ¿o ya es?, otra historia de amor a la argentina…