Ya sonaron las alarmas en Europa cuando empezó a popularizarse en Rusia el juego de la 'Ballena azul'. En breve se extendió por todo el viejo continente gracias a las redes sociales y ya se cobró su primera víctima en Argentina esta semana.
El problema de estos juegos es que van llevando de a poco a los chicos hacia el descontrol, incitándolos a hacerse daño de manera tan gradual y progresiva, que terminan en situaciones que ponen en riesgo su vida casi sin darse cuenta.
“A veces cuando la autoestima es muy baja buscan esas cosas para levantarla. Muchas veces el joven necesita de este logro inmediato, se siente poco reconocido en lo cotidiano. Y como en este juego se refuerza la idea de que el valiente avanza, esa necesidad de sentirse importante, de sentir que lo logró, se apodera de él”, analizó la licenciada en psicopedagogía y directora del equipo Libres de Bullying, María Zysman, en diálogo con PERFIL.
La experta reflexionó que los adultos en ese aspecto deberían hacer una autocrítica: “Somos muy exigentes con ellos, hay que aflojar un poco en ese sentido, hay que tener tiempo para la espera, para el fracaso, para equivocarse, para probar y que algo le cueste en lo cotidiano”.
“El problema es que hacen estos juegos en horas de la madrugada cuando los padres ya están dormidos y los van haciendo sentir muy asustados y angustiados, hacen muchas cosas que no harían en una situación común. A a los chicos cualquier cosa que les huele mal, que les parece rara, tienen que buscar ayuda en alguien que los pueda salvar de esa situación”, apuntó Zysman. “Querer controlar el dolor es previo al juego a la Ballena azul, hay un montón de chicos que recurren a la auto lesión”, agregó.
Si el chico o adolescente se encuentra en un estado de vulnerabilidad, tristeza, de necesidad de reconocimiento o de logro, deprimido, triste, sólo, entonces será más fácil que lo convenzan de entrar en estas peligrosas prácticas. Para evitar eso, sostiene la especialista, hay que abrir el terreno suavemente al conversar con ellos y, sin presionarlos, dejar que tengan la confianza suficiente para explicar qué es lo que les pasa.
Guillermo Gravino, especialista en psicoanálisis con Adolescentes, destacó al ser consultado por este medio anteriormente: “Creo que un niño o adolescente que se sienta escuchado y querido por sus padres se querrá a sí mismo y no le será fácil caer víctima de alguna situación indeseable con terceros, que vengan por vía de cierta seducción sutil de parte de un desconocido”.