Los clubes de barrio no quedaron ajenos al fenómeno que están viviendo todos los actores sociales a raíz de la implementación de la cuarentena por la irrupción del Covid-19.
La imposibilidad de cumplir con sus actividades sociales y deportivas que generan sus ingresos, pero con obligaciones salariales y el pago de los servicios básicos, derivó en que muchos tuvieran que cerrar sus puertas. Pero otros, en cambio, decidieron reconvertirse y generar ingresos con otro tipo de actividades. Tal es el caso del Club Cultural y Deportivo 17 de Agosto, de Villa Pueyrredón. El tradicional club de la calle Alberellos y Nazca decidió instalar en su sede una verdulería a fin de generar sus propios ingresos.
“La decisión se tomó hace un mes en una reunión vía zoom de la Comisión Directiva. Carlos Mariani, intendente del club, propuso la idea de la verdulería y fuimos para adelante con el proyecto”, explicó Andrés Sanguinetti, vicepresidente de la institución deportiva y socio del club desde hace más de 45 años. “Vendiendo frutas y verduras podemos pagar, al menos, el sueldo de los empleados. Todo lo que se recauda es para ellos”, agregó el periodista del portal de economía y negocios iProfesional.
Abasto. Confirmada la decisión de instalar la verdulería, Sanguinetti explicó que el siguiente paso fue “aprender a comprar frutas y verduras en el Mercado Central; levantarnos a la madrugada, ir hasta allá, elegir la mercadería y coordinar la entrega. Por suerte, Mariani sabía del tema y nos alivianó la situación. La inauguramos el martes 26”, aseguró.
La difícil situación por la que atraviesan los clubes de barrio a raíz de la implementación de la cuarentena obligó al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a darles un subsidio por única vez de $ 60 mil. Se trata del “subsidio de emergencia” destinado a brindar apoyo a los clubes de barrio, según explicaron desde la Ciudad. El presupuesto a utilizar corresponde al Fondo del Deporte, que reciben los clubes en el marco de la Ley 1.624. “El subsidio ayudó, pero no cubrió las deudas que tenemos. Tuvimos que prescindir, por ejemplo, de los profes de Educación Física y de las actividades deportivas porque no viene la gente, a quien tampoco le podemos exigir el pago de la cuota. Es gente del barrio, que también tiene sus complicaciones económicas”, puntualizó el dirigente del club. En este sentido, Sanguinetti contó que algunos empleados tomaron la ATP y a quienes son monotributistas les dijeron que se adhieran al crédito a tasa cero que ofrece la AFIP. “Fue otra forma de no dejar a los empleados sin ingresos. Si alguno lo saca, el club se hará cargo de la cuota cuando esto pase. Tomamos deuda a futuro”, graficó el vicepresidente de la entidad deportiva.
Servicios públicos. Otro de los problemas que afronta el club barrial es el relacionado con el pago de los servicios públicos. “El mes pasado llegó una factura con 110 mil pesos de luz, cuando el club estuvo cerrado. Edenor nos dijo que tomaron un promedio del año pasado, pero en esa época el club explota de actividades de la mañana a la noche. Insólito”, afirmó Andrés. “Lo mismo sucede con el agua, el gas y el servicio de internet, que nos lo cobran como si fuésemos una pyme, cuando en realidad somos una asociación civil sin fines de lucro”, completó Sanguinetti.
Más allá de los clubes de barrio, la misma situación se repite en boliches y restos que vieron disminuidos sus ingresos desde la cuarentena. El boliche Beat Flow de Córdoba al 5.500 también instaló una verdulería en su acceso principal; mientras que Los Manolos, el tradicional bar de Villa Ortúzar, colocó un cartel que dice “Próximamente Fiambrería”.