Es bajo, usa ropa holgada, tiene el pelo muy corto y los brazos cubiertos de tatuajes con el nombre de su hijo. Lejos de la risa desafiante con la que se lo vio en el juicio por el secuestro y el homicidio de Axel Blumberg, llega con desconfianza al gimnasio de la cárcel de Ezeiza donde se realizó la entrevista. José Gerónimo Díaz tiene 26 años, está acusado de participar en el secuestro del hijo de Juan Carlos Blumberg y de ser su asesino. En su hablar áspero se nota que nunca fue al colegio. Cuando finalmente se relaja y se ríe, deja ver que le falta un diente.
Sus ojos oscuros, casi negros, sólo se llenan de lágrimas cuando habla de su hijo Braian, a punto de cumplir siete años, y de su mamá. Nunca se refiere a Axel por su nombre, dice “el pibe” o “el chico”.
“Me hago cargo de lo que hice. Yo no lo maté; si lo hubiera matado, me haría cargo del homicidio como me hice del secuestro, pero yo no lo hice y no voy a hacerme cargo”, declara con firmeza, Díaz, para quien el fiscal Pedro García pidió prisión perpetua por este crimen y por su participación en otros tres secuestros.
“Necesitaba plata para mandar a mi hijo a la escuela y comprarle ropa. Sabía que me podía traer problemas; era consciente de lo que estaba haciendo, pero necesitaba plata y lo secuestré”, recuerda Díaz, que reconoce que el 17 de marzo de 2004 se bajó del auto que manejaba Martín “El Oso” Peralta y metió a Axel en el baúl después de encapucharlo. “No sabía quién era. Lo bajamos del auto, lo pusimos en una pieza, lo sentamos en una silla de auto, lo vendamos y lo dejamos ahí. El nos decía que no tenía ni papá ni plata. Que tenía un padrastro”, relata con frialdad.
“Lo cuidamos entre todos, poníamos en la puerta una cadena con candado y lo dejábamos. Hablamos el primer día, nada más; después no tuve más diálogo con el chico. Al mediodía le llevábamos la comida, pero no quería comer, estaba muy nervioso. Al segundo día se comió dos sandwichs de milanesa. Tomaba agua mineral, nunca quiso gaseosa. Le dimos aspirina porque se sentía mal. Al tercer día nos preguntó si habíamos hablado y le dijimos que sí. Con el padrastro supuestamente, le preguntamos si iba llamar a la policía y nos dijo que creía que no. Estaba más tranquilo porque ya habíamos hablado con la familia”, dice mientras afirma que ése fue el único secuestro en que participó.
“Quería cobrar la guita, largar al pibe y seguir con mi vida. No sabía cuánta plata iba a cobrar, Peralta arregló por 18.000 pesos, pero yo no sabía cómo se iba a repartir, porque erramos cuatro. El Oso, mi hermano Carlitos, el Negro y yo. “El Negro” es el que no está. A mí no me dicen Negro, yo no tengo apodo en la calle”.
— Si usted no lo mató, ¿quién lo hizo?
—Por la tele me enteré de que el pibe estaba muerto. No hablé con nadie. Sabía qué podía ser alguno de los chicos, pero no quién. Pienso que podría ser el Negro porque mi hermano no lo hizo. Lo único que sé de él es que es un poco más grande que yo y lo conocía al Gordo (por Peralta). Cuando caí detenido, querían que yo me haga cargo del homicidio, me pegaron para eso. El fiscal Sica me pegó. Es normal, te pegan para que hables.
—¿De qué se ríe en las audiencias?
—Un ataque de nervios, pero no es que me estoy burlando ni nada por el estilo.
—¿Qué siente cuando lo ve a Blumberg y a su mujer?
—Lo que le está pasando a él ya lo pasé yo, sé lo que está sufriendo. A mi hermano lo mató la Policía el día de mi cumpleaños, el 23 de junio de 2000. El no me da ni miedo ni bronca ni nada; yo lo comprendo, nada más.
—¿Habló alguna vez con él?
—Sí, por teléfono. Lo llamé desde el penal, le dije que quería verlo para decirle la verdad, que yo no tenía nada que ver con el homicidio. Lo primero que me dijo fue: “Vos sos el hijo de puta que mató a mi hijo”. Le dije que si fuera así no lo estaría llamando. Pero no vino a verme. Nunca tuve un diálogo con la madre. Sé por lo que está pasando porque la vi a mi vieja, que llegó a un estado depresivo que casi se me va.
—¿Qué le generó la primera marcha de reclamo de justicia?
—Te digo la verdad, me agarró miedo, ya era una cosa increíble, no podía creer lo que estaba mirando. En ese momento no sabía qué hacer, estaba con mi hijo. Después dejé a Braian en San Luis con mi hermano, cuando caí detenido no estaba con él. Después cayó mi hermano con el nene, que estuvo 30 días detenido. Lo tuvo que ir a retirar mi vieja con un juez de menores en San Luis.
—¿Qué haría si le secuestran a su hijo?
—Lo primero que haría es pagar. Juntar la plata que me piden, juntar lo que pueda y pagar, porque yo no confío en la Policía. Y si me lo matan yo saldría a que se haga justicia y que los responsables queden detenidos. Yo veo en la tele que Blumberg está especulando con la muerte del hijo para entrar a la Presidencia, a alguna cosa de ésas. Lamento lo que le pasó al hijo, qué le puedo decir, yo no le puedo decir nada.
"Esta sociedad no me dio nada"
“Mi vida no fue fácil. Nunca la sociedad me dio un lugar para nada, ni para tener un trabajo ni nada. No te dan una oportunidad y si te la dan, te explotan. A mi familia no le dieron nada, siempre fueron humildes; si no fuera por el presidente ese, que no me acuerdo el nombre, que nos dio el Plan Trabajar, nunca teníamos nada”, dice José Díaz, que nació en Córdoba, pero vive en Moreno desde los tres años. Es el mayor de cuatro hermanos, el segundo murió en un tiroteo con la Policía, y el tercero también está detenido por el caso Blumberg.
“Cuando tenía 8 años mi familia vivía en una casita de chapa de cuatro por cuatro, que no tenía baño; faltaba para comer. No podía verlos así, yo era el mayor, y salí a la calle para conseguir plata para mantenerlos. Mis viejos salían a cirujear. La calle no da cosas buenas. Nunca tuve un trabajo estable como para no tener que delinquir. La situación lleva a todo esto. Mi mamá me pegaba, me decía que no tenía que hacer cosas malas, pero yo no le hacía caso”, recuerda y explica que está muy preocupado por su madre. “Tiene un hijo muerto, dos detenidos sin saber si algún día van a salir; está sufriendo mucho”, dice y continúa con el relato: “Nunca empecé el colegio porque no tenía tiempo, salía al centro de Moreno a manguear o hacer changas en los negocios para llevar plata a mi casa. Un par de años viví en la calle y me junté con gente que no me tenía que juntar y aprendí un montón de cosas, a robar, a todo eso y a consumir drogas. Yo dejé de drogarme cuando nació mi hijo que cumplió 7 años el 3 de octubre. Lo tuve que mantener cuando el nene tenía un mes de vida. Nos separamos con la madre, ella hizo su vida y yo la mía con el nene, lo críe hasta que caí detenido. Ahora está con mi mamá”.
Braian lo vio cuatro veces en el penal. “Le explico la verdad, siempre traté de criarlo diciéndole las cosas como son, que no siga mi camino, que tiene que estudiar, que las cosas que yo hago no tiene que hacer, que yo hago cosas malas, todo eso. Trato de enseñarle lo que es bien y lo que es malo. Fue al jardín, ahora está yendo al colegio. Siempre quise que vaya a la escuela, para que no sufriera lo mismo que yo. Yo de chico no tuve nada, no sé lo que es la infancia, nunca tuve un juguete. Traté de darle lo que no tuve de chico. Maduré cuando nació, empecé a trabajar en un country de General Rodríguez, empecé a trabajar legal. Salía a pedir, no quería que le faltara nada”, dice mientras los ojos se le llenan por primera vez de lágrimas.
En el penal de Ezeiza está yendo a la escuela. Dice que al principio tuvo problemas con los otros presos por ser parte de la banda que secuestró al hijo de Blumberg, que impulsó el endurecimiento de penas. Para el fiscal, Díaz es “irrecuperable”, así lo dijo en su alegato ante el Tribunal. “Estoy asustado por los 25 años de prisión. Para todo el mundo yo soy el malo de la película, el asesino serial. Me preocupa lo que está pensando mi hijo”, sostiene y otra vez se asoman las lágrimas, que nunca llegaron cuando habló de Axel.
“Para todo el mundo ya soy el asesino del pibe. Esta sociedad no me dio nada, juzgan a una persona que no conocen. Ellos (por la sociedad) porque son clase alta discriminan a los de clase baja, siempre fue así, no le importa los de abajo, les importa ellos mismos, seguir juntando plata y fue."