Dicen que la primera impresión es definitoria, que el espíritu decide antes que la mente. Eso dicen, y tal vez eso fue lo que les ocurrió a Tere y Ale, los dueños de esta casa, apenas pusieron un pie en ella. Se mudaron y no cambiaron prácticamente nada, sólo anexaron un amplio y cómodo quincho cerca de la piscina. Pero rehicieron por completo los espaciosos jardines y los convirtieron en un ámbito soñado, mágicamente disfrutable, y que potencia el conjunto arquitectónico.
Fueron diseñados por la paisajista Cata Beláustegui, quien aprovechando los generosos espacios hizo terrazas con desniveles y, en el fondo, armó lo que la familia denomina el rincón gaucho, donde se puede hacer desde un cordero al asador hasta carne al disco.
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