SOCIEDAD
CLODOVIL HERNANDES

Es modisto, gay y flamante diputado

Tan desbocado como famosso, el modisto brasileño Clodovil Hernandes fue el segundo candidato a diputado más votado en su estado, San Pablo, y asumirá en febrero próximo. Provocador, obtuvo casi medio millón de votos sin un programa electoral definido ni campaña proselitista, y en representación de un partido casi inexistente, alcanzaron su presencia y su fama. Homesexual declarado, a los 70 años sigue provocando.

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APLAUSOS. "No me interesa ser aplaudido por un mendigo que nada entiende ni tiene para comer", afirma. | Cedoc

—Desde ya, adelanto que no seré el héroe de los pobres. No me interesa ser aplaudido por un mendigo que nada entiende porque no tiene ni para comer, quiero que me aplaudan los que tienen las neuronas bien alimentadas y funcionando, mis iguales. Tampoco voy a masacrar a Lula, porque él es un anormal que no razona bien, que se compara con Jesús –lo dice así, de un tirón, Clodovil Hernandes. Todos lo conocen sólo por su nombre.

Fue el gran modisto brasileño de los 60, y sus trajes de novia aún hoy son recordados por todas las mujeres que fueron a las urnas el último domingo en Brasil. Ellas ayudaron a que fuera el cuarto diputado federal más votado en el país y el segundo en su estado, San Pablo, tras el ex candidato presidencial y ex gobernador Paulo Maluf.


Es homosexual declarado, aunque nunca se lo vio o fotografió junto a otro hombre en circunstancias políticamente incorrectas. Justifica su homosexualidad en una escena de su niñez relatada por él mismo: atrapó a su padre in fraganti teniendo sexo con otro hombre.

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El éxito lo acompañó, y mucho, cuando conducía programas para la mujer en la TV brasileña de los 80, pero esto acabó: dos años atrás se quedó sin pantalla. Eso sí: sigue acompañado por sus perros, sus corbatas estrafalarias y sus batas de seda egipcia. Esto y su cultura mundana lo distinguen de todos sus colegas, a pesar de ser un autodidacta nacido en una familia humilde. Su inspirado español puede sorprender en un tête-à-tête, ya que habla horas sin pausa y sin perder la línea argumental. En su discurso, el término más sofisticado convive con la grosería más intensa apenas separados por un artículo o una preposición.


Sin temor a exagerar, se puede decir que es el brasileño más polémico. Colecciona enemigos y no le importan el status ni la preparación de sus contrincantes: siempre tiene su lengua viperina preparada para los improperios.

Diputado Clodovil. En los 70, el Tribunal Electoral intentó negarle la renovación de su título de elector (no se votaba con el DNI) porque en la foto aparecía con pelo largo, “como una mujer”. Hoy las cosas cambiaron bastante: desde el domingo pasado es diputado federal representando al casi ignoto PTC (Partido Trabalhista Cristiano) paulista. Clodovil tuvo 493.951 votos, lo que significa el 2,43 por ciento de los votos de su estado, el más importante de Brasil.


Sus posturas aparecen, muchas veces, como contradictorias. Por ejemplo, su posición en la polémica por el matrimonio entre personas del mismo sexo se resume en lo que explica, autorreferente: “Querido, no siento honra por ser homosexual ni tengo el orgullo de los gays: tengo honra de ser quien soy. No les rendiré cuentas a los gays ni al pueblo, y tampoco a quien me votó. Mi compromiso es con Dios”. El flamante diputado es imprevisible e inconveniente, lo que en una democracia primermundista podría resultar bien molesto.

Denunciará inclusive a quien no haya hecho más que evitarle el saludo y ése puede ser su principal problema: su recalcitrante resentimiento, su amor al disparate y su dedo acusador pueden ser tan útiles cuanto nefastos. Responde, muy suelto de cuerpo, acerca de su plan de trabajo en el Congreso: “¿Qué programa? ¡Yo no tengo programa!”. Así llegó al poder, casi sin campaña proselitista por falta de recursos.
—Mi querido, ¡va a ser un escándalo! Voy a aprender de los políticos con experiencia, pero no me enseñarán a robar porque yo, por poco, no voy a ensuciarme... Todo dependerá de cuánto me ofrezcan para votar los proyectos del gobierno.


—¿De cuánta plata hablamos?
—Cada uno pesa el dinero en su propia balanza. Yo no resolveré los problemas de nadie. El que me votó creyendo que yo le iría a solucionar sus problemas se engañó, eso es una tontera digna de quien fue mal colonizado –llama la atención que este polémico lenguaraz, que no es de derecha ni de izquierda, sin programa y tan odiado, haya tenido tantos votos, aunque recorriendo la lista de los diputados mejor votados no hay dudas de que la fama fue el principal impulsor de ese electorado poco ilustrado que, infelizmente, aún conserva este maravilloso país.


Este es el hombre que jura cambiar el Congreso brasileño con su eslogan: “Brasilia nunca más será la misma”.


“LULA NO SERÁ REELECTO NI POR DECRETO"


“Si alguien cree que haré política como hacía televisión, está engañado, porque política no sé hacer y televisión sí.” Clodovil se jacta de su ignorancia política casi tanto como de su fama y exposición mediática, aunque por su verba incontenible ningún canal lo soporte más, pese a que siempre garantiza por lo menos tres o cuatro puntos de rating en cualquier horario que se lo exhiba.

Reconoce que se metió en la lucha por los votos merced al consejo de un enemigo (“Si querés poder, dedicate a la política”, le dijo). A veces, el azar aporta su cuota: lo operaron hace poco de próstata, y aún convaleciente en el hospital, el presidente del PTC le ofreció la candidatura. Clodovil aceptó.

En su nueva etapa tal vez se reencuentre con una vieja enemiga, Martha Suplicy, ex intendenta de San Pablo y firme candidata a ocupar algún ministerio en caso de que el presidente Lula sea elegido de nuevo. Su encono se remonta a la década del 80, cuando ella era consejera sexual y él asesor de modas en un programa de TV. Fiel a sí mismo, no escatimó dardos para ninguno de los dos: “¿Qué va a hacer Martha Suplicy en Brasilia? ¿Acaso irá a planchar nuestra ropa? De todos modos, Lula no será reelecto ni por decreto”.