SOCIEDAD
La navidad tumbera del cura

Grassi encargó un pesebre de tamaño natural para la cárcel donde está preso

La obra fue donada por el escultor Fernando Pugliese, a pedido del sacerdote condenado a 15 años de prisión por corrupción de menores, y alojado en Campana desde septiembre pasado.

Cambio de imagen. El pesebre fue inaugurado el 13 de diciembre. Lo colocaron en uno de los accesos a la Unidad 41.
| Gastón Renis - Diario PERFIL

El martes 24 de diciembre próximo será una fecha especial para el cura Julio César Grassi (59), condenado a 15 años de prisión por corrupción de menores. Y no por que se trate de la víspera de Navidad. Ese día, el fundador de Felices los Niños cumplirá su tercer mes en la cárcel de Campana, donde está preso desde septiembre pasado.

Según cuentan a PERFIL, Grassi superó el período de adaptación a la vida carcelaria. Se recuperó de una crisis depresiva que lo afectó durante los primeros días y ahora enfrenta su presente con múltiples actividades. Gracias a él la Unidad Penitenciaria Nº 41 cuenta ahora con un pesebre tamaño natural, que fue donado por Fernando Pugliese, escultor y creador de “Tierra Santa”.

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El pesebre, similar al que fue montado en la Plaza de Mayo de la Ciudad de Buenos Aires, fue ubicado en uno de los accesos a la cárcel para que las visitas puedan sacarse fotos. “Lo hemos donado para que los presos y sus familias tengan un refresco espiritual”, confiesa Pugliese a PERFIL.

La gestión fue iniciada desde la cárcel por el propio Grassi, quien se puso en contacto con Pugliese y le trasladó su idea. El reconocido escultor también colaboró en la obra de Grassi en Hurlingham, a la que donó una imagen de la Virgen Desatanudos y una Virgen de Luján de dos metros de altura.

Desde el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) explicaron a PERFIL que el pesebre fue inaugurado el viernes 13 de diciembre pasado, aunque aclararon que el sacerdote detenido no puede acceder al sector donde fue colocado.

Grassi también tomó el control de las tareas de beneficencia que se realizan en la unidad donde está detenido junto a otros presos tristemente célebres, como el caso del viudo Carlos Carrascosa, condenado a prisión perpetua por el crimen de María Marta García Belsunce. Entre otras cosas, el cura se encarga de seleccionar y repartir la ropa que envía Caritas a la cárcel.

También se lo ve activo recorriendo los pasillos del penal. Habla largas horas con otros internos y cuentan que regala estampitas de santos. “Se viste como sacerdote (con su clásica camisa cleriman celeste) pero no puede ejercer ninguna función eclesiástica”, asegura a este diario el padre Eduardo Lorenzo, capellán del Servicio Penitenciario Bonaerense.

Grassi, que recientemente rechazó un pedido de entrevista solicitado por este diario, no puede celebrar misa en el penal ni confesar pero participa en cada una de las celebraciones religiosas que realiza el capellán de la Unidad, Ariel Guzmán, en el Salón de Usos Múltiples (SUM).

Capo del pabellón. En estos tres primeros meses, el cura fue alojado en un pabellón evangelista junto a otros treinta detenidos más, muchos de ellos acusados por delitos contra la integridad sexual. El dato es que uno de sus compañeros es otro cura de la Iglesia Católica: el párroco José Antonio Mercau, condenado a catorce años de prisión por abusar de cuatro menores.

Grassi y Mercau comparten el mismo pabellón pero la relación entre ellos “no sería la mejor”, según confió un vocero consultado por PERFIL.

Los voceros dijeron que Grassi duerme con otros dos presos, en un calabozo que tiene capacidad para seis internos. Como cualquier celda, no tiene muchas comodidades: una mesa con dos banquetas de hormigón ofician de escritorio, y un viejo televisor ofrece la posibilidad de seguir en contacto con el mundo exterior.

El cura, que fue condenado a 15 años de prisión por abuso y corrupción de menores, está preso en la cárcel de Campana desde 24 de diciembre pasado, cuando llegó proveniente del penal de Ituzaingó y desató una revolución