SOCIEDAD

Ignacio Montoya Carlotto: “Ha sido un año difícil, me dio un cimbronazo"

Por Florencia de Sousa (*) | A 365 días de conocer su identidad, el nieto recuperado número 114 habla de cómo vivió el momento.

Estela de Carlotto junto a su nieto recuperado, Ignacio Guido Hurban.
| Rouge

Hace exactamente un año, la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo anunciaba el descubrimiento del nieto recuperado N°114. Se trataba del descendiente de la presidenta de la entidad, Estela De Carlotto. Ignacio, como decidió llamarse, oriundo de Olavarría, sostiene que fue la música (su profesión) la que lo ha “salvado de no enloquecer".

En diálogo con Perfil.com, Ignacio expresó: "Si bien los fines de año son los de balance, yo vivo este año como uno muy largo porque fueron tantas las cosas que sucedieron que me queda lejos esa fecha”.

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“Cuando llega el momento del balance es difícil de hacer, porque me encuentro contento y reafirmando la decisión que tomé oportunamente y feliz por lo que he encontrado", completó el músico.

En particular, este “ha sido un año difícil, me dio un cimbronazo, me quedó lejos un año viendo todas las cosas que han sucedido", contó. Y agregó: "Una de las tantas cosas que decidí fue llamarme Ignacio Montoya Carlotto, y otra fue quedarme a vivir en Olavarría, porque ahí está mi lugar, mi gente".

En relación a si sigue en contacto con la familia que lo crió, sostiene: "Me veo casi con la misma frecuencia que antes, estoy siempre con ellos, sigo cultivando la relación, hay sentimientos que yo sigo teniendo".

Ignacio nació en 1978 y es hijo de Laura Carlotto y Oscar Montoya. Su madre fue secuestrada por la dictadura en 1977 y luego asesinada. Hoy, al conmemorarse el primer aniversario de la confirmación aquella noticia, el joven escribió unas palabras en su perfil de la red social Facebook.

Hace un año de hoy recibía una llamada de un número desconocido y de un momento a otro el frente de mi casa se me llenó de gente. Intuí que algo o todo de lo que había hasta ahí no sería igual de ahí en más, Hasta ese entonces era dueño de una franca y apacible vida que se veía materializada en unos afectos buenos que supieron acompañarme con la valentía de gladiadores y el amor de los mejores amores. Comenzó ese 5 de agosto de 2014, un viaje con olor a aventura y sueños de final feliz, abrazos muchos llantos, preguntas, respuestas y más respuestas que preguntas. Me encontré en el abrazo de las Abuelas, el apretujón de los tíos, y la cara de sorpresa de los muchos primos, con la alegría reflejada en lágrimas de una larga vida de búsqueda, al fin con el premio del abrazo final. A la vuelta de este gran y muy largo año, me vuelvo a encontrar con algo que escribí hace mucho –seguramente leído de algún otro lado- que sabia pero ahora lo sé con el definitivo valor de la experiencia: “Las mejores cosas de la vida no son cosas”
Ignacio-.

Sobre su escrito, dijo a este portal que "quise poner una reflexión que pintara este momento, encontrarse en los valores humanos y lo termine de descubrir". En ese sentido, afirmó que "la música me ha salvado de no enloquecer".

“No niego que no hay momentos de bajón, ni tristes en mi vida, pero he tenido dos vidas, la que tuve antes del 5 de agosto de 2014 que fue feliz y la vida de ahora que lo sigue siendo”, concluyó.

(*) De la redacción de Perfil.com.