Desidia y negligencia han sido, en los años que nos anteceden, expresiones utilizadas para enmarcar víctimas y redundancias para manifestar la bronca que genera, en estos casos, un incididente por causas evitables.
Los datos fríos de los últimos años, denuncian una realidad escalofriante en torno a los incendios en asilos, que se suma al de esta madrugada en Castelar: el primero de la lista, por su magnitud, ocurrió en Saavedra el 26 abril de 1985, en la clínica Saint Emiliene, en Saavedra. Allí murieron 78 personas y resultaron heridas otras 192.
Según las pericias posteriores, los ancianos estaban encerrados en sus cuartos bajo llave y muchos se encontraban sedados.
El siniestro más reciente ocurrió en Rosario justamente hace hoy cuatro años, el 24 de julio de 2004, con un saldo de tres ancianos muertos en el asilo "Jardines del Sur", de esa ciudad santafesina. En el mismo año, un día después, otro incendio se llevó la vida de dos personas y 41 resultaron heridas en Balvanera.
En 2005, fueron tres los ancianos que murieron y 29 resultaron heridos cuando el fuego carcomió el hogar donde residían. El dato posterior fue sorprendente: el lugar contaba con una sola enfermera para asistir a 32 personas. En Lincoln, mientras tanto, otro siniestro se llevaba la vida de tres ancianos el mismo año.
Entre las instalaciones que no cuentan con las condiciones mínimas de seguridad y la impericia de sus directores, los asilos han estado confinados a los mismos destinos: dos semanas después de Lincoln, el mal funcionamiento de un radiador eléctrico dejó como saldo tres ancianas muertas y 15 heridas en Palermo Viejo.
El año pasado, por ejemplificar con otro reciente, una mujer falleció y 28 resultaron heridos con lesiones serias al quemarse el hogar donde vivían en la localidad bonaenrese de Gerli, partido de Avellaneda.
Las razones de los incendios pueden ser múltiples, pero la realidad indica que todos se producen por causas evitables.
Fuente: DyN