“Yo hago ficción, no soy documentalista; pero sentí la necesidad de hacer esta película, que es cien por ciento política, militante, con un propósito claro y que, además, sólo cuenta la verdad”. Exultante se lo escucha a Juan Solanas, que vive desde hace cinco años en Montevideo pero encontró en Que sea ley, la única representante argentina en la programación del próximo Festival de Cannes, una “manera de volver” al país, como define Juan Solanas.
El director es el hijo del también cineasta y político Fernando ‘Pino’ Solanas, y se crió en Francia, donde vivió 37 años. “Desde que me enteré de que en Argentina -y en gran parte de Latinoamérica- el aborto no era legal, era algo que no me entraba en la cabeza. Algo que para mí nunca fue tema (N. de R. en Francia el aborto es legal desde 1974) se convirtió en una razón para militar”, agrega. La película, su primer título de no ficción, recorre el derrotero del movimiento feminista que pelea por la ley de interrupción voluntaria del embarazo, que lo tiene “fascinado, emocionado, todo junto”, asegura.
“En 2018, cuando empezó la posibilidad de que sea ley, empecé a seguir todo muy de cerca. La noche del voto en Diputados me puse el despertador a las 3 de la mañana porque me parecía un símbolo tan lindo que no me lo quería perder. Lo vi en directo y salió, y me puse a llorar y dije: ‘Esto es tan importante, quiero ir con mi cámara y filmar, ya veré para qué’. Estaba haciendo una ficción, puse todo entre paréntesis y estuve ahí sin parar hasta agosto. Cuando llegué tuve el primer shock en la calle: las chicas en la calle, la ola verde, me enamoré de eso, me parecieron genias, ídolas, heroínas. Todos los días filmaba simplemente la calle”, recuerda el director premiado ya en Cannes por su film de 2003 El hombre sin cabeza.
“El día de la votación en el Senado, estuve todo el día afuera, y las condiciones climáticas eran muy muy duras para estar con una cámara. Pensé ‘se va a romper’ y no pasó, así que aunque soy ateo, me atrevo a decir que, si Dios existe, es feminista”, esboza.
“Pasó esa noche, que me resultó insoportable, y al día siguiente me quedó claro que tenía que hacer un largo. Hice 4 mil kilómetros por el país, estuve ocho meses filmando. Quería salir del microcosmos de la Ciudad de Buenos Aires. Agarré la cámara y fui a mostrar la realidad, la verdad. Son testimonios, no aparezco, no hago preguntas. Para mí, es tan absurdo e irresponsable decir ‘salvar a las dos vidas’, me da urticaria porque me parece hipócrita, la única respuesta era que lo dijeran los hechos: que la mamá de Ana María Acevedo nos cuente la historia a cámara, o que Belén cuente su historia. Contra eso no hay refutación posible. Esa verdad es arrolladora. Es muy dura pero muy vital”, agrega.
Con ‘lo de Cannes’ se refiere a la sorpresa por la nominación de su largo, que presentó “el último minuto del último día” posible, y al que aún está ajustando, por lo que no tiene aún definiciones de cuándo será su presentación oficial en el país. “Thiérry Frémaux (director del festival) me había contado el día anterior que había quedado, me tuve que coser la boca”, asegura, y espera que la plataforma de visibilidad que supone el festival más importante del mundo sirva como impulso a lo que espera, este año, se convierta en ley. “Quisiera una marea verde de chicas allá. Si hay un Dios, tiene el pañuelo verde seguro”, cierra, entusiasmado.