La operación del “narco arroz” no es sólo la brutal ostentación de un abogado, la extraña ética de un médico oncólogo o la existencia de colombianos ligados al narcotráfico internacional viviendo en los barrios cerrados más lujosos del país. Esta vez, la investigación del juez federal Sergio Torres y su secretaria, Verónica Brasciani, llegó a tal punto que tocó los hilos más sensibles de uno de los carteles colombianos más poderosos, que hizo pie en Argentina.
Bajo la órbita de los funcionarios judiciales, detectives de la Unidad de Operaciones Especiales Antidrogas de Gendarmería, consiguieron las pruebas que resquebrajaron a una de las facciones del Cartel del Norte del Valle, que estaría liderada por los hermanos Triana Peña. Y quizá más importante aún: encontraron la llave que relaciona las principales causas narco del país, una red de nombres que escalarían hasta México y Colombia. Y esto ocurre a pocas semanas del alerta que dio el especialista mexicano Mayolo Linares sobre la existencia de operadores de carteles mexicanos en Argentina.
Si de un lado, el de la Justicia, la efectividad de los procedimientos fueron motivo de celebración; del otro, el de los narcos, todo fue sorpresa: “Fue una cachetada. Nadie esperaba esto”, confesó a este diario un hombre cercano a los detenidos. Una frase que devela la impunidad que creían tener los principales miembros de la estructura.
Es así que el cenit de la investigación –el hallazgo de arroz impregnado con cocaína en un cargamento que iba a ser enviado a Europa vía Africa, por parte de la Aduana– tuvo su génesis en el expediente Nº 413/2011 que se originó el 14 de enero de 2011, a partir de información suministrada por la Policía Nacional de Colombia y de la Comunidad de Policías de América (Ameripol), que precisaba la existencia de un célula criminal, conformada en su mayoría por personas colombianas, dedicada al tráfico de drogas.
En octubre de ese año, atraparon a una organización que utilizaba mulas para enviar cocaína en ropa y encomiendas a Nueva Zelanda y Australia. La investigación continuó hasta dar con otro grupo que planeaba el envío a España de 57,775 kilos de cocaína diluidos. Los bidones con la sustancia fueron secuestrados en un depósito fiscal de Dock Sud, en julio de 2013.
Las conexiones de la banda de los hermanos Triana Peña alcanzan al rey de la efedrina, Mario Segovia, y al colombiano Ignacio Alvarez Meyendorff, vinculado al Operativo Luis XV, uno de los grandes líderes del Cartel de Calí, para quien, en un principio, trabajó el Cartel del Norte del Valle.
Los jefes. Diversas fuentes indicaron a PERFIL que Erman Triana Peña sería el “cerebro” y el líder más “político” de la organización que funcionaba en Argentina. A su lado, se ubica su hermano Williams, señalado como el “sanguinario”. Ambos estarían dedicados al manejo del dinero para solventar al resto de los integrantes de la banda. Williams, además, controlaría la actividad de los niveles medios, quienes estarían a cargo de la coordinación de las operaciones de narcotráfico. Los hermanos colombianos consiguieron la doble nacionalidad: tienen documento argentino.
Esta causa deja una conclusión latente: la existencia de una compleja célula criminal asentada en el país que estaría integrada por una considerable cantidad de sujetos, mayormente colombianos, que ejecuta distintas actividades vinculadas al lavado de activos a fin de dar apariencia lícita a los bienes y posibilitar su reutilización para mantener la arquitectura de la organización. Por esa razón, resulta vital la participación de AFIP, la Procelac y la UIF para detectar las sociedades pantalla utilizadas. Pero también de organismos internacionales. La célula que se puso en evidencia con el hallazgo de cocaína impregnada en arroz es de cáracter internacional y transnacional, ya que presentaría vinculaciones con otras asentadas en Bolivia, Paraguay, Uruguay, España, Portugal y Guinea Bissau, entre otros países. Todos estos grupos responderían a una sola organización central, de mayor envergadura, ubicada en Colombia.