Familias con cabeza de pájaro, señoras de antaño, niños que se hamacan en las ventanas de la fachada de la Confitería del Molino, que hoy está en plena obra de restauración. Las responsables de que el tradicional edificio frente al Congreso se vea así de original –se lució el día de la asunción de Alberto Fernández– son las artistas Isol Misenta y Lupe Marín, acompañadas por la diseñadora Laura Varsky.
La idea surgió y se ejecutó en tiempo récord: “Me llamaron de la productora Superacción, con quienes había participado hace un par de años de la Noche de los Dibujantes, y me contaron qué querían hacer. Con Lupe ideamos una fronda que se extendiera, como que tomara algo medio salvaje la fachada del Molino. Encontramos un dibujo antiguo que necesitaba mucho trabajo. Nos gustó también que, ya que se trataba de un árbol, muchos de los personajes fueran pájaros”, cuenta Misenta.
Para elegir los colores y los personajes –entre los que incluyeron hasta fotos de familiares de las artistas– “estaba la idea de que el edificio antiguo que queríamos rescatar... lo clásico de esa fachada igual que los templos que hay en algunos lugares donde la naturaleza los empieza a invadir, pasamos de una cosa más ocre y oscura a tratar de iluminarlo un poco: es un edificio que está reviviendo”, agrega la escritora e ilustradora. “Yo nunca había entrado y siempre me pareció alucinante. Me encanta la arquitectura de Avenida de Mayo, Rivadavia, siempre lo admiraba y pensaba qué lástima que esto no esté bien, que no se pueda usar o recuperar. Entramos y pudimos descubrir lo magnífico que tiene, de la época dorada de Buenos Aires. Es una referencia de Buenos Aires y de un tipo de cosa que tiene la Ciudad de una alcurnia rancia que me parece muy de ensueño, que tiene algo de mágico”, reflexiona la artista.