Cuando se mudó a su departamento de Núñez, hace dos años, Carolina eligió uno que resultó ser totalmente eléctrico. No lo buscó así, pero le pareció una buena opción. “Es la primera vez que tengo cocina y calefacción eléctrica, y la ventaja es no tener riesgo de pérdida de gas. Si me olvido una hornalla eléctrica prendida va a calentarse el ambiente pero no pasa de eso”, cuenta.
Como ella, cada vez son más los porteños que viven en edificios 100% eléctricos. La tendencia, que viene creciendo en los últimos cinco años, hace que la mitad de los edificios nuevos no tengan instalación de gas, según confiaron a PERFIL fuentes del sector energético e inmobiliario.
Entre sus beneficios se destaca primero la reducción de costos y tiempos, ya que una instalación eléctrica requiere menos inversión y aprobaciones que una de gas. Además, en términos de diseño, los arquitectos tienen más libertad para ubicar la cocina en cualquier parte. Así, anafes con hornallas sobre la mesada, y splits, como sistemas de aire acondicionado y calefacción, son cada vez más utilizados.
Su principal desventaja queda expuesta en tiempos en los que los cortes de luz son cada vez más frecuentes. Tanto fuentes de Edenor y Edesur sostienen que este tipo de edificaciones, que permiten tener una mayor cantidad de artefactos eléctricos y multiplicar el consumo influyen en los cortes. Para algunos arquitectos, en cambio, el problema es la falta de inversión y las tarifas subsidiadas, que llevan a un consumo desmedido.
“Nosotros tenemos un seguro que nos cubre por los cortes, y el año pasado la empresa de luz nos bonificó por uno prolongado. Me preocupa que sean tan frecuentes, pero creo que es un problema general, no de los que no tenemos gas”, dice Verónica, vecina de Núñez.
Para el arquitecto Enrique García Espil, esta tendencia se viene dando hace unos diez años, y además del ahorro en los costos, destaca el tiempo ganado respecto a los trámites que se deben hacer a la hora de habilitar el tendido. Por su parte, el arquitecto Mario Goldman, dice que “en Argentina pagamos tarifas tan bajas de gas y electricidad, que si alguien deja prendida la luz todo el día no le cambia. Eso alienta el consumo y crea problemas graves en el abastecimiento”.
Beneficios. Desde las desarrolladoras inmobiliarias, sostienen que este tipo de construcciones eléctricas comenzaron a ser más fuertes en los últimos tres años, y que responde a una tendencia que lleva a eliminar el gas. “En una estufa a gas de tiro balanceado se pierde mucho calor por los gases que van hacia afuera. Lo mismo con los calefones, que cuando quedan en piloto consumen hasta dos y tres veces más que uno eléctrico”, dice Leonardo Rodríguez Nader, de Edfan Desarrollos, que construye con esta metodología. Darío López, de la desarrolladora Arquitectónika, concuerda y también promueve estas construcciones.
Las tarifas más bajas
Un informe del Ministerio de Hacienda porteño confirma que la Ciudad de Buenos Aires no sólo tiene el consumo de gas y de energía eléctrica más alto de todo el país, sino también el más barato.
En varios países limítrofes, además, las tarifas son hasta dos o tres veces más altas.
“En Europa y algunos países latinoamericanos hay edificios que acumulan energía solar que utilizan para calefaccionar. Algunos acumulan tanto que en vez de consumir la inyectan a la red”, cuenta el arquitecto Guillermo Tella. “Así como avanzó el tema de las terrazas verdes, habría que pensar en energías alternativas para no saturar tanto la red”, agrega.