Tras el veredicto que condenó al portero Jorge Mangeri a prisión perpetua por el crimen de Angeles Rawson, Franklin, su papá, habló con PERFIL.
—¿Cómo recuerda a su hija Angeles?
—Ella era una dulzura, era un sol en la familia.
—¿Cómo lograron llegar hasta el final del juicio con tanta entereza?
—A uno le pasa un tren por encima, está roto en mil pedazos. Algo que te puede dar un poco de alivio es que haya justicia, que el culpable esté preso. Nos pusimos ese objetivo. Por eso estuve a disposición de la Justicia durante la instrucción y como querellante, sobre todo con el trabajo de mi abogado, Pablo Lanusse, empujando la investigación. Lo que nos movilizaba era eso: buscar lo que finalmente se logró, que el culpable esté preso y que sintamos un poquito de alivio, porque el dolor está y la vida ya nunca va a ser igual. Ahora podemos seguir adelante con un poquito más de ánimo. Toda la verdad salió a la luz y se hizo justicia.
—¿Cómo atravesaron la densidad mediática que tuvo el caso?
—En el momento en el que estuvimos buscando a Angeles nosotros agradecimos mucho que se hubieran preocupado. Después, fomentada por la defensa de Mangeri, empezó una persecución de algunos medios. Hicieron un show. Estábamos viviendo algo muy difícil y eso lo hizo más difícil. A todos nos afectó, pero sobre todo a la mamá. Además de la pérdida, ella no pudo volver a su departamento. Estaba como refugiada yendo a la casa de un hermano, de otro, hasta que le consiguieron un departamento. Fue muy duro. Para todos fue una bomba.
—¿Miraban televisión?
—Pasaban los meses y seguían hablando en programas con panelistas que ponían en duda todo. Por eso yo nunca di notas. No quería meterme en ese barro con gente que opinaba sin tener conocimiento de la causa. Me aferré a la Justicia y seguía firme con las pruebas reales, con lo que estaba en el expediente. Era claro que todo apuntaba a Mangeri. Algunos generaban todas estas dudas por un punto más de rating. Muchos perdieron de vista, o por ahí no les importó, que estaban hablando de una chica asesinada y de una familia destruida. No se trataba de una pelea de vedettes.
—Cuando llegó la condena, además de alivio, ¿qué más sintieron?
—Lograr algo por lo que tanto luchamos nos da un poco de esperanza. Poder seguir adelante con la vida sin tener que pensar que el asesino de tu hija está en la calle. Hicimos el duelo a medias. Ahora tengo que ver cómo enfrento el resto de mi vida.
—La figura de femicidio ¿qué significa para ustedes?
—Es lo que pedíamos, y creo que está bien que esté esa palabra. Hubo violencia de género. La trató como una cosa y después la descartó en la basura...
—¿Cómo vivieron la manifestación “Ni una menos”?
—Fue un momento muy duro. En ese espacio tan chico había tanto dolor junto, los papás de Lola, los familiares de Chiara, de Soledad Bargna.... Pero, a la vez, es como que entre todos nos dábamos fuerza. Fue increíble. Salí más fortalecido.
—¿Por qué cree que hay tantos femicidios en Argentina?
—La verdad, no sé. Es como si me preguntaras por qué hay hambre en el mundo, son esas cosas que tiene el ser humano que uno no puede entender. En Argentina hay una deuda tanto en seguridad como en justicia. Quizás nos hemos acostumbrado un poco a escuchar que violaron a una chica y que el comentario sea: “Y, mirá la minifalda que se puso”. ¿Te merecés que te violen porque te pusiste una minifalda? Estamos con los valores cambiados. Nos acostumbramos a esa violencia, y al hacerlo, se acrecienta. En eso tenemos una deuda como sociedad, no ser tolerantes con la violencia.
—¿Es justa la condena?
—Esta sentencia es un pasito hacia delante para decir “ni una menos”. Es bueno que vaya preso, y con una condena fuerte. La cadena perpetua, en realidad, es sacarla barata. Prefiero tener yo la cadena perpetua y que mi hija esté viva. ¿Qué es proporcional a violar a una chica, matarla y tirarla a la basura? Cuando revisen el fallo, si lo apelan, le pido a la Justicia que sea justa. No veo ninguna razón para bajarle la pena.
—¿Habían tenido alguna sospecha sobre Mangeri antes de la detención?
—Para nada. La relación con el encargado era buena. Era cumplidor, atento, amable. Le hemos encargado algún trabajo en la casa, como cambiar un cuerito. Fue una sorpresa y un proceso asimilarlo.
—¿Cree que Diana Saettone, su esposa, lo encubrió?
—Eso es lo que estamos pidiendo a la Justicia que investigue. No sé si ella los primeros días le creía o lo ayudaba. Con todo lo que hemos escuchado en el juicio, creo que sabe perfectamente la verdad y la quiere ocultar. La Justicia será la que deba determinar si Diana y el resto del entorno mintió, como su primo, Cecilio Saettone, y Jorge Meninguelli, el portero amigo de Mangeri.
—¿Cómo fue volver a estar frente a Mangeri?
—Fue difícil, me fui preparando mucho tiempo. Hice terapia para llegar al día que lo viera cara a cara. Se te mezclan muchas cosas: por un lado tenía que mantenerme firme, y por el otro, habría hecho un desastre.
—¿Cómo vivió el juicio Jimena?
—Ella estuvo en todas las audiencias. No sé de dónde sacó la fuerza para estar ahí, y el resultado le hizo bien pero fue un esfuerzo enorme. Fue sobrehumano.
—Mangeri llamó “Mumi” a Angeles y permaneció inmutable durante la lectura del veredicto, ¿cómo tomó estas actitudes?
—En los testimonios de las mujeres a las que acosó apareció la palabra “miedo”. Acomodar sus declaraciones, querer dar lástima en las últimas palabras, hacerse el sensible... No sé si es el término correcto, pero esas actitudes me confirman que es un psicópata. Es un asesino, una persona fría, con una doble personalidad. Se muestra como una persona buena, pero en el fondo es una bestia.