Se llamaba María Esther Duffau, pero para todos era simplemente La Raulito. Una verdadera definición sobre la vida que llevara esa mujer con pelo corto y vestimenta de hombre que acompañara por muchísimos años a Boca como la hincha más ferviente del club, cuyo fallecimiento dejó hoy al fútbol argentino sin uno de sus personajes más pintorescos.
La fría noticia dice que murió a los 74 años a causa de una descompensación generalizada. También, que su estado de salud había comenzado a complicarse el 22 de diciembre pasado, cuando debió ser internada en el hospital Argerich después de una caída que le produjo la rotura de la cadera.
Lo que no dice ni dirá el parte médico es que María Esther Duffau ya había muerto mucho antes. Más precisamente, en una infancia y una adolescencia en las que las privaciones y los golpes de la vida forjaron su carácter de un modo muy particular, que inspirara una gran película de 1975 dirigida por Lautaro Murúa y protagonizada por Marilina Ross.
Fue entonces, en esos años en que alternó entre la calle, el reformatorio, la cárcel e incluso el manicomio, cuando nació La Raulito. Y también allí surgió su pasión por Boca, el club hacia el que volcó y del que recibió todo ese cariño que la vida le había negado, al punto de convertirse en un emblema de la institución.
"Nadie me hizo de Boca, yo solita ya sabía que esos colores me iban a dar muchísimas alegrías", dijo públicamente más de una vez, dejando en claro esa soledad que la había golpeado desde pequeña y que únicamente encontraba remedio allí, entre los hinchas xeneizes, en la tribuna, con La Doce.
Así, dejando el alma en mil gritos por el club de sus amores, fue a Boca durante décadas lo que Haydée Luján Martínez, la famosa Gorda Matosas, fue para River. Fueron contemporáneas en el acompañamiento visceral hacia sus camisetas, y hasta las despedida de ambas fueron parecidas.
La Gorda Matosas murió en 1996 poco antes de que River ganara su segunda Copa Libertadores. La Raulito, en tanto, se fue horas antes de que el Boca de toda su vida, actual campeón del máximo torneo de clubes a nivel continental, se jugara una patriada clave ante Cruzeiro por la misma copa, en la misma Bombonera en la que ella dejara jirones de aliento y vida.
Nacida en 1933 en el barrio porteño de Villa Urquiza, La Raulito vivía desde hace más de una década en el asilo del ex Hospital Rawson, adonde era visitada asiduamente por los jugadores de Boca. Hoy, desde algún lado, sin dudas estuvo otra vez con ellos, como volverá a estarlo cada vez que en una cancha estén en juego las esperanzas del pueblo xeneize. Por siempre.
Fuente: DyN.