Desde la mirada de Pietro Sorba, chef, crítico enogastronómico y estudioso de la antropología culinaria, el desembarco de la mujer en el asado rompe con tanta mística y aporta más cocina: nuevos sabores, texturas y aromas. El autor de Parrillas de Buenos Aires señala que la idea del asado como rito masculino viene de la prehistoria, cuando era el hombre quien iba a cazar. “Todo lo vinculado a la carne se asocia con lo fuerte, potente, pesado y, por ende, masculino. Pero, probablemente, una mujer por su mayor sensibilidad logre encontrar mejor el punto de cocción justo de la carne”, asegura, y plantea que el asado refleja las cualidades del asador: “El hombre suele ser caótico en la parrilla. En cambio, en el asado femenino vamos a encontrar mayor dedicación y orden, variedad en las guarniciones, ensaladas más elaboradas que la clásica mixta y una mesa más cuidada”.
Sebastián Wainraich, artífice de Gordos con chorizo –la sección de su programa radial Metro y medio en la que, junto a su equipo masculino, dirimen los problemas convivenciales con la mujer– no puede soportar que una dama pague la cuenta y le “hace mal” que una mujer opine sobre fútbol, pero en lo que se refiere a la parrilla tiene un punto de vista contundente: “Bienvenidas las chicas que saben hacer asado”. Si bien dice que es pésimo asador, considera que el hombre le agrega una carga infantil y lúdica a la parrilla: “Somos competitivos, queremos hacer un asado para mostrarle al otro que somos mejores. La mujer es más madura, tiene un espíritu más solidario, hace el asado para que otros lo disfruten y punto. Creo que los hombres que creen que el asado es de machos tienen problemas de sexualidad y no se atreven a enfrentarlo”.