El Padre Pío de Pieltrecina fue un sacerdote y fraile capuchino italiano nacido en 1887 y fallecido en 1968. Su nombre era Francesco Forgione y el nombre de Pío le fue dado cuando ingresó en la orden.
Desde chico mostró interés por la religión y una profunda fe que lo llevó a abrazar la vida religiosa. Para mantener sus estudios, su padre decidió emigrar a Estados Unidos y luego a la Argentina.
Sus fieles se encuentran muy fuertemente presentes en Brasil y también en el país, aunque en toda Latinoamérica se lo venera incluso antes de ser beatificado en 1999.
Los estigmas del Padre Pío
Una de las características más famosas del santo fueron los estigmas: las heridas de Jesucristo en el Calvario que el capuchino tuvo durante 50 años, al principio solo dolorosas y luego ya visibles. Miles de fieles lo visitaban en San Giovanni Rotondo en Italia a visitarlo y cuando en el Vaticano se supo mandó a intervenir a la Universidad Católica de Milán para corroborar los rumores.
El sacerdote y doctor en psicología Agostino Gemelli dictaminó sin revisarlo que los estigmas eran de origen neurótico y por ese motivo durante años se prohibió que lo visiten. Llegaron a darle una especie de "arresto domiciliario" y prohibirle el contacto con los fieles. Juan Pablo II cuando era un simple sacerdote polaco fue uno de los tantos que lo visitaron antes de estas duras medidas. Durante la Segunda Guerra Mundial fundó grupos de oración que se expandieron por todo el mundo y llegaron a contar con 150 mil seguidores.
Su canonización en pleno verano, con 35 grados en la Plaza San Pedro, fue la más populosa de la historia. Juan Pablo II recordó los sufrimientos pasados, afirmando que "algunas vecessucede en la historia de la santidad que el elegido es objeto deincomprensiones".
Archivo 2016 | Veinte mil personas en procesión de San Pío
Herencia millonaria
Con su canonización, el diario El País publicaba "La herencia dejada por el fraile visionario, que inexplicablemente padecía en ambas manos estigmas sangrantes, hoy es cuantificable en euros. San Giovanni, no hace mucho una pobrísima localidad poblada por campesinos y pastores, se ha convertido en un pujante centro turístico cuajado de enormes construcciones e invadido por los coches. La gratitud al nuevo santo se deja sentir hasta en la abrumadora mayoría de vecinos de San Giovanni que llevan su nombre, casi dos tercios de los empadronados".