"Soy mayor, no idiota", decía el año pasado Carlos San Juan, un médico español que entonces tenía 78 años y se quejaba porque, la completa digitalización bancaria, lo dejaba afuera del manejo de su dinero. España es uno de los países que más bancos cerró en los últimos años y la pandemia de coronavirus empeoró aún más las cosas cuando reemplazó empleados por chatbots limitados. San Juan hizo pública su queja en change.org y sus necesidades como adulto mayor se hicieron virales.
"Soy mayor, no idiota (…)Tengo casi 80 años y me entristece mucho ver que los bancos se han olvidado de las personas mayores como yo”, decía y tuvo 500 mil clicks, los suficientes para que el gerente del Banco Central de España se contactara con él para buscar una solución para los jubilados como él.
"Tratarán de facilitarnos el manejo de los aparatos y cajeros con ayuda de asesores. Pero mi cabeza está bien. No soy idiota. Solo que tengo Parkinson y a veces aprieto la tecla equivocada”, explicó durante una entrevista a Deutsche Welle.
Lo cierto es que su caso trajo a primer plano una problemática social que no termina de solucionarse: si viejos son los trapos, qué hacemos con nuestros “viejos”?
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En principio, respetar sus derechos humanos. Ya en 2011 las Naciones Unidas reconocieron el abuso a las personas adultas mayores como un problema social y se puso a trabajar en el tema.
Si viejos son los trapos, qué hacemos con "los viejos"
La Organización de los Estados Americanos (OEA), en su Asamblea General 45º, celebrada el 15 de junio de 2015, elaboró La Convención Interamericana sobre Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores.
Los derechos descriptos en la Convención, fueron tratados y sancionados como ley en el Congreso de la Nación Argentina (Ley 27.360), el 31 de mayo de 2017 y forman parte de la Constitución Nacional.
Para la Convención, una persona es mayor si tiene 60 años o más, salvo que la ley de cada país determine una edad diferente, pero ese piso nunca puede superar los 65 años.
Se trata de 28 de derechos que garantizan su acceso a la salud, la vida digna, la autonomía, la integración comunitaria, el buen trato, la privacidad, la propiedad, la libertad de expresión y circulación, la elección del lugar de residencia y con quién se quiere vivir; el derecho al trabajo –sea cual fuere su edad-, la recreación, el deporte, las actividades culturas y políticas, el acceso a la justicia y la asistencia durante desastres naturales.
Derechos de "los viejos"
¿A quién acudir cuando se precisa ayuda para el mayor de la familia? ¿En quién depositar esa confianza? ¿Cómo lograr que, más que una cuestión laboral, un nuevo vínculo más enriquecedor los una?
Son preguntas que inevitablemente se formulan cuando la estructura y la rutina familiar se alteran si llegó la hora de concentrar mayor atención en “los abuelos” y respetar sus derechos.
Para responder estas y otras cuestiones nació, en diciembre 2020, el Foro de Innovación, Cuidados y Políticas Públicas, una agrupación que nuclea a 45 organizaciones de la sociedad civil, instituciones académicas, organismos públicos y representantes del sector privado para asesorar y dar una mano en relación con este tema que solo se vuelve esencial cuando, tarde o temprano, cuidar a un mayor que no se puede valer por sí mismo se suma como una nueva necesidad a la logística familiar cotidiana.
“Las personas e instituciones que conformamos inicialmente el Foro lo hicimos para conocernos, ayudarnos y sobre todo ayudar. La consigna fue acercarnos a familias que cuidan a personas mayores, pero también se acercaron personas que trabajan cuidando, todas en busca de una escucha comprensiva”, explica la Dra. Estela Altalef, directora académica de la Asociación Mutual de los Agentes de los Organismos de la Tercera Edad (AMAOTE).
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Y lógicamente ese espacio de intercambio y ayuda mutua surgió durante la pandemia de coronavirus que nos tuvo en jaque durante dos años y reforzó los prejuicios y estereotipos sobre las personas mayores, “los viejos”.
El Foro ofrece un trabajo en red, nucleando agrupaciones locales, generando espacios de confianza mutua, dando respuestas adecuadas a cada problema en particular. Y lo que comenzó siendo más “pequeño” se agigantó, al ver que era lo que tantos estaban esperando.
“Nos preguntamos dónde hay personas mayores que necesitan ser cuidadas: en todos los lugares de nuestro país. Entonces, pensamos que este Foro debía federalizar su mirada para conocernos y ayudarnos desde la premisa del cuidado como derecho humano, accesible para todos en todas partes y con la misma calidad”, agrega la Dra. Altalef.
En 2022, los actores compartieron un encuentro anual e hicieron “un relevamiento federal” que llevó a conclusiones interesantes.
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“Los resultados mostraron que un 69% de las organizaciones encuestadas desconocía las redes comunitarias dedicadas al cuidado de las personas mayores y un 56% tampoco conocía las organizaciones gubernamentales que se ocupan de esta tarea”, señaló la Dra. María Florencia Tartaglini, investigadora CONICET en el Instituto de Neurociencias Buenos Aires (INEBA), autora del informe preliminar de ese encuentro del año pasado.
Vejez y derechos
Un 55,9 % de los participantes, tampoco sabía que existen normativas de cuidado a personas mayores, vinculadas a los derechos de la vejez. Este crecimiento y aprendizaje conjunto se plasmó en un documento que recoge esas experiencias para seguir multiplicando la red en todo nuestro territorio. Algunas de las conclusiones a las que se llegó entonces, marcaron una hoja de ruta:
- Es un derecho humano universal recibir cuidados en la tercera edad y la ancianidad.
- Los involucrados deben conocer sus derechos y poder ser parte de las decisiones que los involucren.
- Hay que desnaturalizar la “feminización” de los cuidados a los mayores; personas de cualquier género pueden cuidarlos si están en condiciones de hacerlo.
- Las tareas de cuidado de un mayor deben ser distribuidas equitativamente.
- Cuando se piensa en políticas públicas para el cuidado de los mayores, debe hacerse con perspectiva federal. Existe una enorme heterogeneidad en la población del país, pero el abordaje siempre debe ser multicultural teniendo en cuenta las desigualdades regionales.
- Las nuevas tecnologías deben servir para unir personas y no para generar una desigualdad digital, en los que unos tengan acceso y otros no y, cuando todos lo tengan, que puedan sentirse autónomos y que no dependan de otro para conectarse, buscar un turno médico, averiguar lo que necesiten.
- El Estado debe ser rector y garante de que los mayores tengan acceso a sus derechos, pero los esfuerzos y la inversión de recursos tienen que ser compartidos entre el sector público, el privado y la sociedad civil, tanto en la capacitación, supervisión y apoyo permanente a los cuidadores, sean remunerados o miembros de la familia.
Foro sobre derechos de la vejez
El Foro repetirá esa experiencia este año, en el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, que se celebra cada 15 de junio.
Rosana Feliciotti, Secretaria Letrada de la Defensoría General de la Nación, coordinadora del “Programa sobre Temáticas de Salud, Discapacidad y Adultos Mayores ofrecerá una charla gratuita virtual el 29 de junio a las 17:30 horas, bajo el título “Derecho a la Salud y Cuidado de las Personas Mayores”.
Para participar, es necesario inscribirse siguiendo este enlace.
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