SOCIEDAD
Tras la definicin en el senado

Soja, el debate ambiental detrás de las retenciones

Ambientalistas y académicos advierten sobre las consecuencias del avance del monocultivo.

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| CEDOC

Mientras la cuestión de las retenciones divide al país, la siembra de la soja avanza contra viento y marea sobre el territorio nacional. Según estimaciones recientes, pese a pronósticos anteriores, durante la campaña 2008/2009 las hectáreas sembradas con esta oleaginosa representarán el 55% de las cultivadas en el país.

Pese al esquema de retenciones móviles, este año se sembrarán 900 mil hectáreas más que el año pasado, que le dejarán al campo ganancias de 26 mil millones de dólares y al Estado una recaudación de alrededor de 10 mil millones en concepto de retenciones.

Sin embargo, mientras el Gobierno y el campo debaten cómo repartirse las ganancias extraordinarias de la venta de soja en un mercado internacional con commodities a precios récord, ecologistas y no tanto advierten sobre las consecuencias ambientales del avance del monocultivo.

Las retenciones -señalan- no modifican el escenario. “Es un diálogo entre la codicia del gobierno nacional, y la codicia de los productores de soja”, sostiene Raúl Montenegro, doctor en biología, profesor de la Universidad de Córdoba y presidente de la Fundación para la Defensa del Medio Ambiente (FUNAM).

”La crisis ambiental por monocultivos genéticamente modificados seguirá aumentando aunque crezcan o disminuyan las retenciones porque en ambos casos las ganancias serán cuantiosas”, afirma.
   
¿La soja daña el medio ambiente? En comparación con otros cultivos comunes, como el trigo o el maíz, “la soja es la planta que fija menos carbono, lo que a largo plazo hace que el suelo pierda fertilidad”, advierte Diego Ferraro, doctor en Biología, docente de la cátedra de Cereales de la Facultad de Agronomía de la UBA e investigador adjunto del Conicet.

Las plantas, explica, son la primera fuente de entrada de carbono al suelo. A su vez, el carbono genera materia orgánica (que equivale a mayor fertilidad) y mejora la estructura del suelo, convirtiéndolo en una mejor “maceta”.

Es en este sentido que “la soja empobrece los suelos”, afirma Montenegro. “Cada tonelada de soja exportada lleva consigo nutrientes que no podrán ser reemplazados por abonos comerciales”, asegura.

Pero las consecuencias del monocultivo de soja se sienten con todavía más fuerza  en las regiones menos aptas para su siembra, como el NEA y el NOA. Al hecho de que el suelo de estas regiones no es el ideal para el cultivo de soja, se suma el problema de que el paquete tecnológico (herbicidas, fertilizantes, etc.) que se utiliza fue pensado para el área núcleo (Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba) y no para el clima y el suelo del norte del país.  

Pero además, y quizás aún más grave, el altísimo precio de la soja en el mercado internacional impulsa la deforestación de ambientes nativos -como el monte chaqueño- y lleva a una marcada disminución de la diversidad de la producción agropecuaria, advierte Montenegro. 

El riesgo, a mediano plazo, es “volvernos demasiado dependientes de un solo producto”, tanto a nivel económico como ante una plaga, sostiene Ferraro.

No todos coinciden. Los partidarios de la oleaginosa sostienen que no es mala en sí misma y que lo perjudicial es el monocultivo. En la Argentina, afirma Rodolfo Rossi, ingeniero agrónomo y presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (ACSOJA), esto “no es un problema ya que más del 75% de la soja se realiza bajo rotaciones o sucesión de cultivo”.

Su definición de “monocultivo”, sin embargo, es bastante estricta. “Un cultivo que prevalece relativamente sobre otras producciones no es un monocultivo”, afirma.
 
De todas maneras, incluso quienes reconocen que la soja reduce a largo plazo la fertilidad de la tierra coinciden con los defensores de la oleaginosa en que la aparición de la llamada siembra directa –que implica no labrar la tierra- redujo significativamente el impacto negativo.

Las mejoras tecnologías, sin embargo, están lejos de solucionar el problema, sobre todo cuando el mercado internacional fomenta el cultivo de soja con precios astronómicos. A horas de una definición en el Senado, el debate ambiental por el avance del monocultivo recién empieza.

* redactora de Perfil.com