SOCIEDAD
choque fatal en panamericana

Un testigo clave complica al hijo de Bárbara Durand: "Estaba ido, en el aire"

Llegó unos minutos tarde y no pudo subirse al auto que fue arrollado por Gianmarco Dolce. “Dios me salvó”, asegura. Galería de fotos

Javier, testigo clave, muestra el cartel con la foto de su amigo, fallecido en el choque provocado por la Ford Ranger que conducía Gianmarco, el hijo de Bárbara Durand.
| Roy Gorfinkel - Diario Perfil

“Mi familia podría estar ahora levantando los carteles con mi foto y pidiendo Justicia. Pero Dios quiso que no fueran cuatro los muertos”. Javier Ibarra vio cuando la camioneta Ford Ranger, que conducía el hijo de la ex modelo Bárbara Durand, chocaba contra un auto que estaba detenido en la banquina de la autopista Panamericana. En ese auto (un Volkswagen Gol que terminó convertido en una montaña de hierros retorcidos) estaban sus tres amigos y compañeros de trabajo. En ese auto podría haber estado él sino se demoraba unos minutos.

Javier es el principal testigo y único sobreviviente de la tragedia por esas cosas que guarda el destino: “Cinco minutos más tarde yo también hubiese estado arriba de ese auto”.
A su cuerpo lo recorre una sensación extraña. Una mezcla de culpa, dolor y compromiso. “Lamento mucho lo que pasó. Eran tres laburantes y un pibe dejó muchas familias destruidas”, cuenta Javier, en una entrevista con PERFIL.

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El testigo estaba a pocos metros del VW Gol de Fernando Bustamante (uno de los tres obreros muertos) cuando fue embestido por la camioneta que conducía Gianmarco Dolce, de 19 años.
Javier cuenta que todas las mañanas se subía al auto de Bustamante. O al de su encargado. “Al que pasara primero”, explica. Aquel fatídico viernes 26 de abril, a las 6.10 de la madrugada, divisó, parado en la banquina de la Panamericana, el Gol de su compañero Fernando Bustamante, quien estaba acompañado por Walter Flores y Esteban Bart.

Aparentemente, el joven de 19 años cruzó tres carriles y chocó contra el auto. Lo aplastó. Y sus tres ocupantes murieron en el acto. El control de alcoholemia a Dolce le dio 1,14, más del doble de lo permitido (0,5) para manejar.

Fue un segundo. Veo el auto rojo de Bustamante estacionado y empiezo a caminar hasta allí. Bajo la mirada y, cuando la levanto, la camioneta se cruzaba para ese lado. Tocó el auto y se le montó arriba. Lo aplastó. Corrí, llamé al teléfono de mi compañero pero no respondía. No quería que fuesen ellos, pero las llantas del auto me lo confirmaron. Era lo único que se podía identificar”, recuerda Javier Ibarra.

—¿Qué te dijo Gianmarco Dolce?

—Cuando me acerco a la camioneta le abro la puerta. Estaba ahí sentado. Se baja y me dice: “¿Qué pasó? ¿Qué pasó? ¿Vos viste algo?”. Fue lo único que me dijo el pibe. Aparentemente estaba solo. Yo no vi a nadie más. Después se vuelve a subir a la camioneta y se sienta. Yo abro la puerta y lo bajo. No quería que agarre el celular o se vaya.

—¿Notaste que estaba alcoholizado?

—Lo noté en el aire. Pero la verdad es que no presté atención a si estaba o no alcoholizado. Lo que está claro es que en ningún momento se hace cargo de lo que había hecho. Estaba ido. Como en el aire. Ajeno a lo que había pasado. El pibe daba vueltas, pero en ningún momento se lamentaba. Yo, en su lugar, intento salvar a la gente que estaba atrapada, tenga o no culpa del accidente.

—Vos también podrías haber estado arriba del auto...

—Todo el tiempo lo pienso. Podríamos haber sido cuatro los muertos. Les tocó a ellos. Yo estuve a cinco minutos de que me pasara. Tardé en cargar la tarjeta SUBE, lo que me demoró y me hizo perder el colectivo. Lo único que creo es que Dios me salvó. ¿Sabés lo que es ver a tus tres compañeros, tus amigos, muertos, decapitados? Es una imagen que no me voy a olvidar nunca”.

Marcha. Este viernes, las familias de las víctimas se unieron en una marcha por Justicia. Javier dijo presente: “Los chicos van a estar siempre en mi corazón”. “Con Esteban (Bart) entramos en el mismo momento, hace un año, y éramos muy compañeros. Su mujer se quedó sola con sus dos hijas, toda su familia está en Misiones. Y yo voy a ayudarla en lo que pueda. Con Bustamante nos divertíamos mucho, éramos como novios que siempre andábamos juntos. En cambio, con Flores tenía menos relación porque hacía un mes que había entrado a la empresa”, se emociona: “Este pibe mató a tres personas y, como cualquiera que mata, tiene que ir preso”.