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Por qué ir a Ushuaia en primavera

La capital de Tierra del Fuego nos regala dos meses más de nieve.Es el momento ideal para navegar por el Canal De Beagle y recorrer los museos y atracciones del centro.

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Faro Les Eclaireurs, alias "Faro del Fin del Mundo". | Shutterstock

El fin del mundo… el último confín…la capital de las Malvinas… de todas esas maneras se conoce a Ushuaia, en Tierra del Fuego, la más nueva de las provincias argentinas. A simple vista, impresiona como una Babel donde se escuchan todas las lenguas, un mito literario que se agiganta desde el siglo XIX, un destino blanco que nunca decepciona. Allí, la nieve espumosa, prolongada regala cada año una temporada de esquí con dos meses más que en cualquier otro punto patagónico del país.

Sí, claro, están el Cerro Castor y el Martial, para practicar todos los deportes de invierno; los senderos con zorros colorados al acecho y la arboleda de lengas en el Parque Nacional Tierra del Fuego; y los Lagos Fagnano y Escondido, enlazados por varios valles en donde son de rigor el cordero asado, la caminata con raquetas y los paseos en trineos tirados por perros de nieve.

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Da gusto caminar por Ushuaia. Allí todos respetan al peatón y, aunque el frío sea de -5, los copos son una caricia, y las calles un colchón mullido en la primavera gélida de octubre. Abríguese como para una expedición antártica y anímese al trekking urbano que podría comenzar en el Museo Marítimo y el ex Presidio de Ushuaia, dentro de la Base Naval. En realidad se trata de un complejo museístico con forma de estrella en donde funcionan varios museos que exhiben minuciosas maquetas de los barcos que llegaron al Beagle, mapas antiguos, una canoa yámana que reconstruyó el mismo director del Museo, leyendas sobre los buscadores de oro, una galería de arte moderno e incluso libros y souvenirs. Pero lo más escalofriante es recorrer el presidio al que ingresaban presos peligrosos –como el Petiso Orejudo- y donde se hicieron carpinteros, ebanistas, mineros, herreros e incluso músicos. También conocieron esas celdas gélidas algunos políticos y sindicalistas, hasta que se cerró en 1947.
Vaya después a la Avenida San Martín a ver el excelente documental que exhibe la Galería Temática, y se le unirán todas las piezas sueltas que tenía sobre la historia de Ushuaia. En esculturas de tamaño real desfilan luego Fuegia, Charles Darwin, el reverendo Bridges y muchos otros nombres propios que son leyenda. A dos cuadras está el Bar de Hielo, que se fabricó con 1.200 barras de Rolito, para tomar un trago, sacarse fotos divertidas y tiritar a 18 grados bajo cero, en cualquier época del año.

Cruce al Muelle Turístico de donde zarpan os barcos hacia la Isla Lobos, las estancias con restos fósiles, la Isla Martillo con los soberbios pingüinos Magallánicos, y el Faro Les Eclaireures –que aunque no sea el de la novela de Julio Verne, ya verá que es el más fotografiado del mundo-.

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Antes de tomar la curva de la Avenida Maipú, que lo llevará hasta las casitas de los heroicos pobladores originarios, deténgase un momento en el Memorial de las Islas Malvinas. Ushuaia está a un paso de la Antártida y las islas del Atlántico Sur. Acá los ex combatientes tienen una llama votiva, un museo y una plaza que luchan contra la desmemoria. Este es el momento de googlear en su celular el poema “Patria” de Julia Prilutzky Farny, una escritora ucraniana que eligió ser argentina.

https://radio.perfil.com/videos/ushuaia-un-destino-blanco-que-nunca-decepciona.phtml