UNIVERSIDADES
Escuela de Comunicación

Fernández Meijide: "Es muy ligero decir que hubo 30 mil desaparecidos"

La referente de Derechos Humanos participó del Ciclo de Entrevistas de los alumnos de Periodismo de Perfil. Depresión por la Alianza y apoyo a Macri porque tiene "voluntad de gobernar".

Graciela Fernández Meijide 10022018
Graciela Fernández Meijide en la Escuela de Comunicación Perfil. | Cedoc

En su paso por el Ciclo de Entrevistas de la Escuela de Comunicación, Graciela Fernández Meijide puso en duda la cifra de 30 mil desaparecidos durante la dictadura, cuestionó la "utilización política" de los derechos humanos durante el kirchnerismo por el "escaso interés" de Kirchner cuando era gobernador de Santa Cruz y respondió a las críticas que le hicieron desde Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.

Frente a los estudiantes de Periodismo de Editorial Perfil, la ex ministra de Desarrollo Social, diputada y senadora también mostró su apoyo al presidente Mauricio Macri porque "tiene voluntad de gobernar, y eso no es poca cosa", reveló cómo salió de la depresión tras el fracaso de la Alianza y anunció que retomará su actividad política, junto a un grupo de intelectuales del Club Político Argentino, para contribuir a la "concreción de un país más democrático".

¿Habiendo estado tan cerca del poder por qué está alejada de la política partidaria?

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Cuando hay una fuerte vocación por la política, cuesta separarse. Me significó una gran frustración saber que la Alianza no podía continuar con sus aspiraciones fijadas. Fue el motivo para correrme de la política partidaria en ese momento, para respetar desde afuera a los que venían a sucedernos y ayudarlos intelectualmente.

¿Qué lectura hace del fracaso de la Alianza y cómo hizo para salir de esa frustración?

Fracasamos porque no pudimos enfrentar situaciones objetivas, tanto las de afuera como las de la propia conducción. Después de eso, salí de la depresión escribiendo. Me puse a escribir sobre la frustración, ayudada por grandes amigos, lo que concluyó siendo un buen libro, titulado La ilusión. Me permitió acomodar mi cabeza, además de tener un instinto de vida muy fuerte. Tampoco fue la frustración más grande de mi vida, comparada con la pérdida de vida de mi hijo. A partir del  2008, cuando se produce la crisis del kirchnerista con el campo, con varios intelectuales advertimos que se iba a producir una brecha muy fuerte que lastimaría a la relación política. Fundamos lo que hoy se llama el “Club Político Argentino”.

¿Esta crisis económica es producto de equivocaciones del Gobierno o de la “pesada herencia”?

Es una combinación de ambas. He visto corrupción en este país. Hay mucho negocio que ahora se ve que se hacía antes entre empresarios. Y esa cartelización se hacía desde el Gobierno sabiendo, o no. Ese es otro caso. Lo grave, era que estaba organizada desde quienes tenían que poner todo a controlar para que eso no ocurriera. Es mucho más perjudicial lo que se pierde por la ineficiencia, que por el robo en sí mismo del dinero. Tengo la impresión de que empieza a haber una comprensión de la gente, “que así no va más”.

¿Cómo ve al presidente Mauricio Macri?

-No sé si va a poder bajar la inflación. Lo que le veo, y que yo dudaba, es que Macri tiene voluntad de gobernar y eso no es poca cosa. Se puede equivocar, y de hecho creo que se equivoca. Lo que hay que ver es qué medidas se toman y si son parejas. Hay una cuestión que es muy curiosa y que está mostrando una modificación del mapa político. Quienes hoy negocian con Carolina Stanley en el Ministerio de Desarrollo Social son movimientos sociales. Antes estas negociaciones se hacían con la CGT.

¿Cree que eso sucede por una pérdida de poder en la CGT?

Si se acaba lo sociedad salarial, que es la base del peronismo, los sindicatos se debilitan. ¿Qué va a haber, sindicatos de freelance? Las negociaciones de los sectores que están representados por los dirigentes sociales, Emilio Pérsico, Juan Grabois, o cualquiera de ellos, no están pasando por la CGT, lo cual le crea un problema muy serio al peronismo, se queda sin sujeto social.  

¿Considera que el kirchnerista se apropió del término de la defensa de los Derechos Humanos?

Ya sabía qué tipo de gobierno habían ejercido en Santa Cruz y su escaso interés por el tema Derechos Humanos. Sí sorprende, que de golpe tengan un gran interés. Néstor Kirchner ganó con el 22% de los votos, necesitaba hacerse conocido y Buenos Aires es la gran vidriera donde hay mayor sensibilidad con este tema. Hubo hechos simbólicos que lo pusieron al ex presidente como abanderado de los Derechos Humanos y quedó denostado todo lo que se había construido antes. Fue una utilización política.

¿Usted dice que no fueron 30.000 los desaparecidos del último Gobierno militar?

No digo números. Es muy ligero decir que hubo 30 mil desaparecidos, redondeando, en un país donde hubo registros como en ningún otro. Ya habíamos empezado a investigar durante la dictadura en los propios organismos, desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Cuando se instaló la democracia y se hizo la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), por un tema de infraestructura, casi todos los organismos trasladaban su parte documental, a este organismo. En ese momento no se llegaba a 5.000 nombres registrados con documentos. Desde la historia y desde el periodismo de investigación, se puede extremar la búsqueda de recursos para lograr el máximo reconocimiento que te acerque a la verdad. Si ustedes van a al monumento de la Memoria en la Costanera y cuentan las placas que tienen nombres, van a tener ese número y va a variar si lo toman desde el ’69 o desde otro período. Cada víctima tiene derecho a que su nombre y datos figuren individualizados, y no en esa generalización de 30.000, que a mi criterio es muy irrespetuosa.

¿Cómo tomó la crítica que le hicieron las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo?

Hay que entender que le pasa a una persona cuando le secuestran a un hijo, y cuando ese hijo no se recupera y fantaseas con su regreso. Hay un quiebre interno muy fuerte, se transcurre por la locura y no siempre todo el mundo tiene los mismos recursos como para construir otra cosa sin olvidar, incluso sin perdonar y no quedarse atado ni anclado para siempre que tu vida solo gire alrededor de esa situación. Algunos quieren hacerlo y yo no les discuto el derecho.

¿Cómo explica la fractura en los organismos de derechos humanos que nunca había ocurrido antes?

En la Argentina de los ’60 y ’70, los conceptos democracia y derechos humanos, eran conceptos pequeños burgueses, despreciados por la izquierda revolucionaria. Iba a ser una revolución y si estás expuesto a exponer tu vida y a matar, no me hables de derechos humanos. Por lo tanto la idea de derechos humanos, en un país que había tenido seis golpes militares, desde el ’30 hasta el ’76, no era tan clara. Poca gente, aún aquellos que sufrieron mucho, pudieron entender que no hay post derechos. Uno es el de hijo, de mis amigos, y otro diferente, el de mi adversario o mi enemigo. Si es así, no estamos hablando de derechos humanos. A veces les digo a mis hijos o a mis nietos, no se engañen, no es que quiera a esas personas, no sé quién mató a mi hijo o quién dio la orden, pero estoy dispuesta a exigir que se lo respete con todas las reglas de la ley. Solo tiene sentido si podemos ser capaces de exigir que la Justicia sea igual para todos, no importa que es lo que haya hecho. Quién cometió los crímenes de lesa humanidad, tiene derecho a ser juzgado y defendido y a beneficiarse de todas las cuestiones que las leyes contemplan como cualquier otro delincuente. Si se contempla que después de determinada edad, tiene que tener arresto domiciliario, no tiene porqué no recibirlo. Si está con una enfermedad terminal, no tiene porqué no ir a su casa. Defender eso a rajatabla, no importa quién sea, supone para mí, defender el derecho, defender la ley.

Patricia Miranda, Margarita Elías y Leandro Serby
(Estudiantes de la Escuela de Comunicación de Editorial Perfil)