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Miriam Lewin: “La libertad de expresión no puede vulnerar derechos”

La titular de la Defensoría del Público participó del Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes de Periodismo. La demanda de Baby Etchecopar y “los discursos del odio”.

Entrevista a Miriam Lewin 20200806
Entrevista a Miriam Lewin | Capturas de pantalla

La periodista Miriam Lewin participó de una conferencia de prensa organizada por estudiantes de Periodismo de la Escuela de Comunicación del Grupo Perfil. Se excusó de hacer referencia a Baby Etchecopar por una demanda en curso, pero advirtió: “Nos preocupan los discursos del odio que se difunden a través de los medios y de las redes sociales”. A la vez que hizo referencia a su participación en Telenoche Investiga y PuntoDoc y aclaró: “Descreo de los programas que ponen al aire una investigación todas las semanas”.

También recordó su participación en la lucha armada de los 70 en Argentina y su posterior detención en la ex ESMA durante la dictadura militar. “Fui parte de una generación que se comprometió en la lucha política que no se puede descontextualizar de lo que estaba pasando en el mundo. Se fue haciendo más riesgosa para nuestras vidas y el clímax de ese riesgo resultó en las miles de desapariciones”, sostuvo Lewin en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación.

—Usted fue protagonista los 70, cuando se vivió una lucha armada en la Argentina. ¿Se puede rever la historia?

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—Fui parte de una generación que se comprometió en la lucha política que no se puede descontextualizar de lo que estaba pasando en el mundo. Se fue haciendo más riesgosa para nuestras vidas y el clímax de ese riesgo resultó en las miles de desapariciones. Hay muchas iniciativas acerca de la revisión de aquellos años, algunas al interior de los colectivos de las personas que sobrevivimos siendo activistas y otras que tienen un tinte negacionista. Desde cuestionar el número de desaparecidos y de acusar a las organizaciones que lideraron la resistencia a la dictadura de crímenes horrendos. Creo que no se puede comparar aquello que se ejecutó desde un Estado terrorista con los errores que pudieron haber cometido esas organizaciones. Los crímenes ejecutados desde el Estado tienen una naturaleza mucho más grave, fueron caracterizados como terrorismo de Estado y como delitos de lesa humanidad. Afortunadamente, en este ámbito de las políticas de memoria, verdad y justicia, la Argentina es un referente a nivel mundial.

—¿Por qué cree que hay un debate sobre el  número de desaparecidos durante la dictadura?

—Porque como dije antes hay una postura negacionista. Yo misma conozco personas desaparecidas que no han sido denunciadas porque sus familias sostenían una ideología conservadora, adherían a la dictadura o por miedo a que sus hijos menores sufrieran represalias y para protegerse. Por eso, no se estaban comunicando. En mi caso, mis padres pensaban que estaba en la clandestinidad. Fui secuestrada en marzo de 1977 y se enteraron recién en abril o mayo de 1978, cuando estaba en la ESMA, de manera que no presentaron un habeas corpus. Yo no estaba entre los números de desaparecidos o desaparecidas.

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—¿Sintió en algún momento el síndrome de supervivencia?

—Todos los sobrevivientes de situaciones traumáticas, incluso de accidentes aeronáuticos o automovilísticos se han preguntado: “¿Por qué yo sobreviví y otros no?”. Esa culpa me inmovilizó durante varios años, me resistía a hacer coberturas que tuvieran que ver con la dictadura o crímenes de lesa humanidad. Creía que no iba a poder mantener la distancia emocional y profesional. Sin embargo, en un taller sobre Ética Periodística en 1998, el profesor Al Tompkins me dijo que haber pasado por esa situación era un plus porque había determinadas notas en las que no se podía guardar objetividad y haber atravesado por esa circunstancia tan desgraciada me ponía en una posición, un conocimiento y una sensibilidad que me permitían aportar mucho más.

—¿Qué puede hacer y qué no puede hacer la Defensoría del Público?

—La Defensoría del Público no tiene capacidad punitiva, no podemos multar, censurar, sancionar y respetamos la libertad de expresión. La libertad de expresión no puede vulnerar derechos. Nos preocupan los discursos del odio que se difunden a través de los medios y de las redes sociales, porque atacan derechos de colectivos históricamente vulnerados. ¿A quién se está agrediendo cuando se dice que una militante de una organización social es una planera que lo único que hace es coger y parir pibes para hacerse de recursos del Estado? Esto es un insulto que en el barrio sería inaceptable. Apuntamos a que estos discursos se vayan modificando y que la Defensoría ayude con una actitud pedagógica. En el encuentro que realizamos sobre violencia política por razones de género, compartimos experiencias porque es un tema que sufrimos las mujeres que tenemos una opinión, participamos en política, personas trans y comunicadoras. Cuando a las mujeres en los medios o en las redes se nos dice por ejemplo mal cogidas o mal atendidas, pierde la democracia, entonces este es un debate que hay que dar ¿esto es libertad de expresión?

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—Durante una entrevista en la Escuela de Comunicación, Victoria Donda dijo que era necesario generar un ambiente cultural para que los discursos que interpreta Baby Etchecopar no tengan espacio en los medios porque el público no los acepte. Etchecopar luego hizo una denuncia judicial pero la fiscalía la desestimó. ¿Cuál es su opinión sobre este tema?

—Sí, la fiscalía declaró no admisible la denuncia. Yo tengo una denuncia en curso por Baby Etchecopar, mejor dicho, por el señor Etchecopar, no le vamos a decir Baby. De manera que me excuso de responder. Mis abogados y abogadas están trabajando al respecto.

—Asumió un cargo que tiene que ver con la ética en los medios, pero usted fue cuestionada hace unos años por la cámara oculta que se le hizo en PuntoDoc a Alberto Ferriols. ¿Qué puede decir al respecto?

—El caso del doctor Ferriols fue tomado desde un punto de vista que no tenía que ver con la investigación que habíamos hecho en PuntoDoc sino por su repercusión en otros programas. La nota se refería a la salud de las personas trans. Es un tema de salud pública que apunta a que este profesional operaba a menores de edad sin autorización de sus padres, en un quirófano que no estaba habilitado, no llevaba una historia clínica e intercambiaba descuentos en las operaciones por favores sexuales. En esta circunstancia histórica que estamos viviendo, este caso sería caracterizado como un abuso sexual, pero en ese momento no había conciencia de esto ni de las necesidades que tenían las personas que se auto perciben con un género distinto al que les asignó la biología. En aquella época intentar cambiarlo era un delito, por lo que había profesionales que ante la ilegalidad se aprovechaban de las personas trans o travestis que tampoco tenían acceso a los hospitales. El doctor Ferroils tenía derecho a ejercer su sexualidad fuera de las paredes de su consultorio y no a cambio del descuento en las operaciones

—Luego de la investigación que usted realizó en Telenoche Investiga sobre el padre Julio Grassi y los abusos a menores, ¿usted piensa que la Iglesia sigue ocultando casos de este estilo?

La respuesta es, definitivamente, sí.  Los medios de comunicación nos acusaron de haber comprado los testimonios, de querer lesionar la imagen del sacerdote, que era impoluta, que era un cura mediático, que tenía vinculaciones en el mundo político, en el mundo empresario y en el mundo cultural. La condena hacia el equipo de investigación fue masiva y después poco a poco, algunos comunicadoras y comunicadores empezaron a reflexionar acerca de la veracidad y la solidez de las pruebas que nosotros habíamos presentado.¿Qué pasó después? Fueron surgiendo como hongos a lo largo y a lo ancho del país de denuncias acerca de abusos sexuales cometidos por otros religiosos. Creo que hay mucho por andar todavía en este sentido, pero por suerte hay muchísimos colectivos que brindan asesoramiento legal y apoyo psicológico a las víctimas.

—En los medios de comunicación hay una disyuntiva entre predominio de los clicks y la relevancia de la agenda política, ¿cómo se puede lograr la continuidad del periodismo de investigación?

—Una de las preocupaciones que tuve en los últimos tiempos respecto al periodismo de investigación es el empobrecimiento de la agenda, producto de esta supuesta grieta. Hay temas de enorme relevancia social que no están en los medios porque la escena periodística se parece mucho a una batalla naval, ¿A quién te hundo? Los trabajos de investigación son caros y requieren tiempo, pero son muy relevantes para el capital simbólico de un medio. Descreo de los programas que ponen al aire una investigación todas las semanas, porque eso es imposible, en Telenoche Investiga teníamos el requerimiento de alcanzar un nivel de excelencia de la prueba que yo no veo que se haga actualmente.

—Agradecemos tu participación en el Ciclo de Entrevistas de estudiantes de Periodismo de Perfil y nos gustaría pedirle que cierre el reportaje con un comentario final que quiera realizar.

—Desde la Defensoría del Público mi propósito de que se transforme en una herramienta para la democratización de la comunicación en Argentina y que sea un instrumento para que los y las integrantes de las audiencias que se vean ofendidos, humillados, mal representados, ignorados por los medios se contacten. Esto tiene que ver con la razón por la que me hice periodista, darle voz a los que no la tienen y amplificar las de aquellos sectores menos privilegiados de la sociedad. Por otro lado hacer una apuesta por más y mejores equipos de investigación en el periodismo argentino.

Por Pilar Padula, Karina Rocca y Patricia Manni
Estudiantes de Periodismo 

Escuela de Comunicación del Grupo Perfil