Reclamando "desde las periferias del mundo" que las naciones más poderosas accedan a brindar "financiamiento genuino para el desarrollo, sin la complicidad local de quienes lo fugan a paraísos fiscales", antes del exitoso documento final del G20 el presidente Alberto Fernández había formulado el último de los tres discursos que tenía pautados en la Cumbre del G20 que concluye este domingo en Roma. "Es tiempo de construir puentes de fraternidad y dejar atrás los muros del egoísmo", había dicho Fernández. El documento final del G20 atendió dos de los más importantes reclamos que hacía el Gobierno argentino: el de los reducir los sobrecargos del FMI y a su vez abrir la puerta a la creación de un fondo que brinde mayor plazo de financiamiento a los paises con ingresos medios y bajos.
"Llamo a todos para que esta oportunidad de canalización de los Derechos Especiales de Giro (DEGs) para el desarrollo sostenible no resulte desperdiciada por burocracia burocráticas o confort hacia el statu quo", había señalado el Mandatario argentino en su última intervención, enfatizando que "sería trágico que los DEGs engrosaran reservas de países que no lo necesitan, mientras aumenta el atraso de países que necesitan financiamiento como el agua".
A continuación, el último discurso de Alberto Fernández, en la cita romana del G20:
"La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible esta en terapia intensiva. Las brechas de bienestar corren el riesgo de convertirse en una fractura de dimensiones catastróficas.
La pandemia ha incrementado esta distancia, con especial dureza en América Latina y el Caribe.
Quisiera que mi voz exprese el grito desesperado de los condenados de la tierra, por el hambre, la ausencia de trabajo, las migraciones forzadas, la pobreza, la discriminación de género y racial.
Sin la construcción de un nuevo paradigma financiero internacional ninguna de estos desafíos será superado. Tenemos que poner al ser humano en el centro de las decisiones. Desde las periferias del mundo necesitamos financiamiento genuino para el desarrollo, sin la complicidad local de quienes lo fugan a paraísos fiscales.
En el caso de América Latina y el Caribe, la canalización de los Derechos Especiales de Giro hacia la banca regional de desarrollo es clave, pues pueden capitalizarla y apalancarla, otorgar garantías anti-cíclicas y promover inversiones privadas. Hago un llamamiento a todos los países para que esta oportunidad de canalización de los DEGs para el desarrollo sostenible no resulte desperdiciada por trabas burocráticas o confort hacia el statu quo.
Seria trágico que los DEGs engrosaran reservas de países que no lo necesitan, mientras aumenta el atraso de países que necesitan financiamiento como el agua. También debemos reformular el sistema de calificación crediticia, para que la dimensión ambiental no castigue a los países en desarrollo, aumentando el costo de la deuda soberana y el pago de intereses.
El ODS 2 nos convoca a poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible.
La Argentina reclama poner fin a las políticas agrícolas que perjudican especialmente a los países en desarrollo. Desde el G20 debemos enviar un mensaje político sobre la importancia de avanzar en estas negociaciones de larga data en la OMC. Y concluir sin dilaciones este acuerdo, antes de su próxima Conferencia Ministerial. Es tiempo de construir puentes de fraternidad y dejar atrás los muros del egoísmo".