No hay contactos formales del Gobierno con el equipo del presidente electo de los Estados Unidos, Joe Biden. Pero eso no significa que en la administración de Alberto Fernández anden de brazos cruzados a la espera de una invitación.
Hay puentes tendidos desde hace tiempo, construidos con los demócratas y sus referentes orgánicos en paralelo a los diálogos con la gestión de Donald Trump y además, en las últimas semanas, desde Buenos Aires y en Washington comenzaron a identificar rostros del equipo de campaña que pueden asumir roles claves en la Casa Blanca a partir del 20 de enero de 2021.
"A muchos de los demócratas los conocemos de antes. Habrá caras nuevas pero también circulan nombres que estuvieron ya en la administración de (Barack) Obama", explicó a este medio uno de los miembros que forma parte de la Task Force que el Gobierno creó, a comienzos de año, para consensuar una estrategia de acercamiento a Washington. La integran los diversos funcionarios del ámbito de la Cancillería, la Secretaría de Asuntos Estratégicos y los organismos multilaterales con sede en Washington.
"A muchos de los demócratas los conocemos de antes. Habrá caras nuevas pero también circulan nombres que estuvieron ya en la administración de (Barack) Obama"
Uno de los nombres del equipo de Biden que siguen con particular atención es el de Anthony "Tony" Blinken, ex número dos en el Departamento de Estado entre 2015 y 2017, la etapa en la que Obama aceleró cuanto pudo en el rediseño de la política exterior de Estados Unidos.
De la mano de otras figuras como Samantha Power, entonces embajadora ante Naciones Unidas, y el asesor estrella en materia de relaciones internacionales de la Casa Blanca, Ben Rhodes, se recompusieron los lazos diplomáticos con Cuba –luego dinamitados por Trump– y se tejieron otros acuerdos históricos como la supervisión del programa nuclear iraní.
Blinken es hoy uno de los asesores más estrechos de Biden en materia de política exterior –así se presenta, por caso, en su cuenta de Twitter– y suena también como candidato a ocupar un lugar clave en la futura administración. Quizás en el Departamento de Estado. Tal vez, en el Consejo de Seguridad Nacional. Puede que, incluso, como asesor presidencial, actuando tras bastidores. Como sea, es uno de los referentes del equipo demócrata al que le prestan más atención los funcionarios argentinos en Washington si bien no hubo reuniones confirmadas oficialmente con él.
Otro de los nombres que siguen con atención es el de Lael Brainard, quizás la primera secretaria del Tesoro si se cumple lo que algunos pronósticos arriesgan en Washington. "A esta altura, es muy complejo distinguir qué es real y qué es interés disfrazado de deseos por parte de algunos sectores", comentó otro de los puntos focales entre Buenos Aires y Washington. El nombre de Brainard, ex subsecretaria del Tesoro entre 2010 y 2013 e integrante de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal a partir de 2014, es también una de las preferidas del mundo financiero del Norte.
Luego, hay firmas que siempre suenan cuando se trata de Latinoamérica y una administración demócrata. Como la del chileno Arturo Valenzuela que en los últimos meses circuló en calidad de miembros del equipo Biden si bien no todos los consultados coinciden respecto a sus posibilidades. Subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, con Obama, e integrante del Consejo de Seguridad Nacional, con Bill Clinton, en los '90s, lo describen como un hombre que no elude los debates y de buenos lazos con Buenos Aires. Los más memorioso, incluso, recuerdan que Héctor Timmerman solía compartir comidas con él cuando oficiaba de embajador en Washington.
Quizás la mayor ganancia para el país se concrete con la fractura del eje Washington-Brasilia donde la Argentina puede conquistar cierta ganancia relativa desde su postura moderada
A lo largo de los tres días que se prolongó la indefinición de la elección presidencial en el Norte, el Gobierno guardó especial cuidado de no mostrar inclinaciones por una u otra opción. En el fondo, tienen en claro que hay una agenda de intereses propia del bipartidismo estadounidense que persiste independientemente de quién se siente en el Salón Oval.
Sobre todo en temas de política exterior, "no hay posiciones osadas", aseguró un diplomático relacionado con el oficialismo para ilustrarlo. "Y la Argentina puede desarrollar una buena relación con Estados Unidos pero nadie va a trabajar por ella si no somos los propios argentinos", agregó.
Quizás la mayor ganancia para el país, en términos de geopolítica, se concrete con la fractura del eje Washington-Brasilia donde la Argentina puede conquistar cierta ganancia relativa desde su postura moderada que le permite oficiar de interlocutor en determinados capítulos latinoamericanos. Por supuesto que todas las miradas apuntan hacia Venezuela. En rigor, un papel que ya la Argentina jugaba con Fernández.
El único margen para proyectar ese rol de moderador por parte de Buenos Aires dependerá de la actitud de los otros jugadores involucrados y la voluntad real, de Washington y Caracas, de involucrarse a fondo en una salida negociada para la crisis multidimensional que vive ese país. Apelando a la metáfora futbolera, si no devuelven las paredes, cualquier esfuerzo termina en un lateral.
En el fondo, tienen en claro que hay una agenda de intereses propia del bipartidismo estadounidense que persiste independientemente de quién se siente en el Salón Oval.
Quienes ofician de vasos comunicantes del Gobierno con el establishment de Washington aseveran que el nivel de comprensión de la difícil situación que atraviesa el país predomina en los think tanks donde confluyen académicos, ex funcionarios, burócratas y diplomáticos. Suelen ser los espacios donde se tejen relaciones. Algunos referentes del Frente de Todos pasaron por los principales de ellos en 2019, en particular, tras las PASO, y primeros meses de este año. Otros ministros participaron de las interacciones por videoconferencia de la nueva normalidad.
Entrevistado en Metro, en el ciclo que conduce María O'Donnell, Solá negó hoy que hubiera contactos formales ya con Biden. No obstante ello, puntualizó que tienen "un grado mayor de seguridad de que va haber apoyo con Biden que con la administración Trump".
Lo atribuyó a la falta de "una respuesta proactiva" por parte de la administración saliente cuando se le solicitó ayuda en la renegociación con los acreedores privados, a partir de la influencia que mantiene el Tesoro de aquel país. Sí existen contactos informales con segundas líneas del equipo Biden con la expectativa de acercar posiciones en los temas comerciales que tanto le interesan a la Rosada y que no suelen ser más simples con los demócratas.