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De la OEA a Ginebra

Tres razones del Gobierno para 'girar' en sus posturas frente a Nicaragua

Con horas de diferencia, retiró a su embajador de Managua y cuestionó la represión a opositores pero se negó a firmar una declaración internacional contra el gobierno de Daniel Ortega. ¿Coherencia o perinola geopolítica?

Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega
Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega | .

Un día después de llamar a consultas al embajador argentino en Managua, a propósito de las críticas por el avasallamiento de los derechos humanos que se vive en aquel país, el Gobierno decidió no firmar una declaración contra el gobierno de Daniel Ortega junto a 59 países. Sin embargo, poco antes, el representante argentino ante el Consejo de los Derechos Humanos en Ginebra había sido lapidario en su crítica al avasallamiento de las libertades y la represión a la disidencia. Una postura que, a su vez, parecía entrar en contradicción la abstención de hace una semana en la Organización de Estados Americanos (OEA).

Donde unos ven una perinola en lo que respecta a Nicaragua que un día cae en el "Condena todo" y al otro en el "Se abstiene", en el Gobierno lo entienden como una lógica taxativa que se debe decodificar a la luz de los posicionamientos diplomáticos y qué se esconde detrás de cada resolución. Aseveran que no hay dudas a la hora de cuestionar en forma abierta los encarcelamientos de opositores y remarcar la necesidad de transparencia en las elecciones pero la fina línea se dibuja en torno a las críticas al sistema electoral de aquel país. ¿Por qué? Aquí es donde entran a jugar sus tres motivos para decidir.

No hay dudas a la hora de remarcar la necesidad de transparencia en las elecciones pero la fina línea se dibuja en las críticas al sistema electoral

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La declaración que 59 países firmaron contra Nicaragua fue un documento en paralelo a la sesión del Consejo en Ginebra. Una postura que consensuaron algunos Estados miembros y otros que no lo son pero que no se debatió dentro del organismo como las resoluciones que surgen del foro de DD.HH. de la ONU. De hecho, por fuera del reporte de Michelle Bachelet sobre el tema, no hubo un debate específico con su correspondiente voto porque los países que debían presentar el planteo olvidaron de solicitar los recursos técnicos para la jornada, un ¿desliz? burocrático.

Ergo, la declaración era política, por supuesto, pero no se gestó dentro del marco de las sesiones de Naciones Unidas. Esa es una de las razones que motivó la decisión de no acompañar y mantenerse al margen, acorde a fuentes  diplomáticas. En marzo pasado, luego del reporte que Bachelet volcara sobre Nicaragua, se votó una resolución dura contra Ortega y su control de hierro sobre Nicaragua, la número 46 y la Argentina acompañó.

 Federico Villegas Beltrán nuevo embajador en Ginebra 20200625

El otro motivo que esgrimen desde el Gobierno para explicar los cambios de acción respecto a Nicaragua tiene que ver con la tradición en el organismo de la ONU: la Argentina fija su postura de forma individual en lo que refiere a estos temas en esa tribuna. Lo hizo ayer a través de su representante en el organismo, el diplomático de carrera Federico Villegas Beltrán, y su discurso distó de ser complaciente con Ortega.

A lo largo de su exposición, sentando la posición de la Argentina, Villegas expresó “preocupación” por la situación de los derechos humanos en Nicaragua, por las detenciones de figuras políticas de la oposición frente a lo cual solicitó a las autoridades de aquel país que reconsideren su posición. En otro tramo del escueto mensaje, condenó la persistencia de las restricciones al espacio cívico y la represión de la disidencia.

La Argentina fija su postura de forma individual en lo que refiere a estos temas en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU

Incluso, el embajador argentino acompañó el pedido de Bachelet para que su oficina pueda ingresar al país a relevar lo que sucede de primera mano, tal como hizo con Venezuela el año pasado. En el Gobierno hacen especial hincapié en este último punto puesto que fue, de hecho, una demanda que la propia comisionada expresó en su alocución pero que no figuraba en la declaración política de los 59 países.

En cambio, ese documento se focalizó en el planteo electoral. Y he aquí el tercer motivo que explica el no acompañamiento argentino, tal como lo entienden desde el Gobierno. A ojos suyos, no solo es un acto de injerencia en los asuntos domésticos pero además connota cierto riesgo en el planteo que la misma fórmula se replique en otros lugares, quizás en otros momentos.

embajador nicaragua Daniel Capitanich Alberto Fernández g_20210622

De allí la voluntad de no firmar un posicionamiento colectivo que leen en la misma clave que la resolución de la OEA hace una semana. No es solo Luis Almagro –a quien, por supuesto, se sabe que no quieren en estas latitudes y tampoco en el otro extremo de Latinoamérica– sino las posiciones que encarna el secretario general del organismo. Las mismas que se alinean en las firmas de la declaración de ayer en Ginebra.

Lo que en definitiva añora la Argentina es una posición regional independiente de la mirada de Estados Unidos que puede presentarse con un discurso más o menos amable según sus gobiernos pero que en el fondo nunca deja de ser un fiel abogado de sus intereses en la región. El giro conservador en la región llevó a muchos de los viejos socios regionales de la Argentina a realinearse con el Norte en discurso y acción. Y en esa encrucijada,  el socio “natural” es Andrés Manuel López Obrador para quien Nicaragua, por geografía, tiene un peso mucho mayor que para la Argentina en el mapa de la geopolítica.