Más de treinta años después de haber abandonado Argentina, Mario Sandoval, conocido como el "carnicero" de la última dictadura militar, regresa este lunes a su país desde Francia para enfrentar a la Justicia por la desaparición de un estudiante, uno de los centenares de crímenes que se le atribuyen.
Aunque se sospecha que participó en más de 500 asesinatos, torturas y secuestros durante el proceso militar, se apoyó solamente en el caso del presunto secuestro y desaparición del estudiante Hernán Abriata en 1976 -visto por última vez en la ESMA- para pedir la extradición ya que hay una decena de testimonios que lo implican.
Tras una larga batalla judicial, el gobierno francés dio luz verde a su extradición el 21 de agosto y el pasado miércoles fue detenido. Este lunes llegará a la Argentina en un vuelo de Air France, procedente de París.
En la noche del 30 de octubre de 1976 sonó el timbre en la casa de los Abriata en Buenos Aires. Los padres abrieron la puerta y vieron a un hombre de uniforme de fajina que se identificó como "Sandoval, de Coordinación Federal", una temida sección de secuestros políticos y torturas. "Es un procedimiento de rutina", mintió ese hombre, apodado "Churrasco". Los familiares de Abriata nunca olvidaron el rostro del Sandoval que se llevó detenido a su hijo, a quien no vieron nunca más.
Abriata, estudiante de arquitectura, fue recluido en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los principales centros de tortura de la dictadura argentina (1976-1983), donde desaparecieron unas 5.000 personas, a menudo lanzadas desde aviones al Río de la Plata. Carlos Loza, un compañero de cautiverio, dijo al juez que Abriata "sufrió torturas" y que la última vez que lo vio "fue entre el 4 y el 5 de enero de 1977, cuando lo 'trasladaron' (expresión que significaba muerte)".
"Era un tipo muy extraño, hacía inteligencia, un tipo intelectualmente de los más preparados dentro de la ESMA (Grupo 3.3). Si te podía boletear, te boleteaba", testimonió un sobreviviente, Alfredo Buzzalino.
"Yo no soy"
Sandoval se exilió en Francia tras la caída de la dictadura militar en Francia y obtuvo la nacionalidad francesa en 1997, mientras la Justicia argentina reclama desde 2012 su extradición. "Yo no soy el Sandoval que buscan", fue lo primero que dijo cuando la policía francesa lo fue a detener con una orden de arresto dictada por el juez Sergio Torres, el primer gran investigador del plan de eliminación de personas en la ESMA.
Sandoval se defendió con uñas y dientes. Usó la justicia para acusar a los medios franceses de mentir sobre su identidad. Les imputó que no lo dejaran ejercer normalmente su profesión de conferencista y consejero. "Soy víctima de una campaña de difamaciones e incluido sin contemplaciones en una lista negra", dijo en su alegato.
Las autoridades francesas asumieron que la mayoría de los cargos prescribieron o no son imputables a Sandoval -de doble nacionalidad-, pero sí aceptaron su potencial juicio por la desaparición de Hernán Abriata. Francia aprobó un decreto en agosto de 2018 para proceder al traslado, pero Sandoval acudió al Consejo de Estado, la máxima instancia administrativa en Francia, para tratar de anular dicha orden. Sandoval esgrimía que el único caso que tiene pendiente también había prescrito.
El Código Penal francés establecía en el momento en que se formuló la petición de extradición un plazo de prescripción de diez años para los delitos de secuestro a contar desde el día en que concluye dicho -desde la reforma de 2017 el plazo de amplió a 20 años-.
El acusado sostenía que se debía tener en cuenta como fecha del fin del secuestro el 31 de octubre de 1976, tomando como referencia la fecha de muerte establecida para Abriata en el registro civil. Sin embargo, las autoridades francesas determinaron que el delito sigue vigente por la ausencia de cuerpo.
En este sentido, el Consejo de Estado francés sostuvo que el 31 de octubre es una "fecha ficticia", establecida más por interés de la familia de la víctima que porque exista un indicio sobre el fallecimiento de la persona desaparecida. Por tanto, agrega, "no puede constituir el punto de partida de la prescripción en materia penal".
Su disfraz: consejero y profesor
En la ciudad francesa de Nogent sur Marne, a las afueras de París, Sandoval se había organizado una nueva vida, pero sin ocultar su nombre y apellido, solamente su pasado. Logró ser consejero del expresidente francés Nicolas Sarkozy y también colaboró con grupos paramilitares colombianos.
Trabajó como profesor en el Instituto de Altos Estudios de América Latina de La Sorbonne Nouvelle y de la Universidad de Marne-la-Vallé. Nadie se había percatado que era aquel "Sandoval, de Coordinación Federal" hasta que lo reconocieron en una foto. Los profesores de Marne-la-Vallé pidieron su arresto en una declaración.
AFP/DS