Este nuevo ejemplar del L’ Osservatore Romano en lengua española es especial. Como es habitual para estas fechas, casi la mitad de esta edición contiene la palabra del papa Jorge Bergoglio para esta Semana Santa. Desde la portada, con el título “Hacernos siervos los unos de los otros “, nos introduce a la catequesis de los miércoles.
"Los enfermos, los pobres, los descartados de este mundo son los crucificados de nuestro tiempo", subrayó el Papa Francisco en la audiencia general del 31 de marzo, en vísperas del Triduo Pascual. Se publica el texto de la catequesis pronunciada por el Pontífice en la Biblioteca Privada del Palacio Apostólico Vaticano.
Culminando su reflexión, en esta catequesis especial de Pascua, el Santo Padre aseveró “Aquí está el verdadero misterio de lo que Jesús dijo una vez: “Hay dos señores en el mundo, dos, no más: dos. Dios y el dinero. Quien sirve al dinero está contra Dios”. Y aquí está el dinero que hizo cambiar la realidad. Habían visto la maravilla de la resurrección, pero fueron pagados para callar. Pensemos en las muchas veces que hombres y mujeres cristianos han sido pagados para no reconocer en la práctica la resurrección de Cristo, y no han hecho lo que el Cristo nos ha pedido que hagamos, como cristianos. Queridos hermanos y hermanas, también este año viviremos las celebraciones pascuales en el contexto de la pandemia. En muchas situaciones de sufrimiento, especialmente cuando quienes las sufren son personas, familias y poblaciones ya probadas por la pobreza, calamidades o conflictos, la Cruz de Cristo es como un faro que indica el puerto a las naves todavía en el mar tempestuoso. La Cruz de Cristo es el signo de la esperanza que no decepciona; y nos dice que ni siquiera una lágrima, ni siquiera un lamento se pierden en el diseño de salvación de Dios. Pidamos al Señor que nos dé la gracia de servirle y de reconocerle y de no dejarnos pagar para olvidarle”.
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También, desde la primera página, se introduce la homilía del Sumo Pontífice durante la celebración de la Misa Crisma en la basílica Vaticana el Jueves Santo. En ella, el papa reafirmó que no hay anuncio del Evangelio sin persecución, sin cruz. También expresó que “Nosotros no nos escandalizamos porque no se escandalizó Jesús al tener que sanar enfermos y liberar prisioneros en medio de las discusiones y controversias moralistas, leguleyas, clericales que se suscitaban cada vez que hacía el bien. Nosotros no nos escandalizamos porque no se escandalizó Jesús al tener que dar la vista a los ciegos en medio de gente que cerraba los ojos para no ver o miraba para otro lado. Nosotros no nos escandalizamos porque no se escandalizó Jesús de que su proclamación del año de gracia del Señor —un año que es la historia entera— haya provocado un escándalo público en lo que hoy ocuparía apenas la tercera página de un diario de provincia. Y no nos escandalizamos porque el anuncio del Evangelio no recibe su eficacia de nuestras palabras elocuentes, sino de la fuerza de la Cruz (cf. 1 Co 1, 17).
La serie de homilías pascuales se completa en esta edición especial con la de la misa del Domingo de Ramos. En la mañana del 28 de marzo, el Papa Francisco celebró en la basílica de San Pedro, esa tradicional misma pascual, que se publica en forma completa en esta edición. El Papa expresó, en base al Evangelio de San Marcos que “Es necesario seguir su camino, dejarse cuestionar por Él, pasar de la admiración al asombro. ¿Y qué es lo que más sorprende del Señor y de su Pascua? El hecho de que Él llegue a la gloria por el camino de la humillación. Él triunfa acogiendo el dolor y la muerte, que nosotros, rehenes de la admiración y del éxito, evitaríamos”.
La mitad del contenido de esta edición especial del periódico vaticano en lengua española contiene un documento oficial extraordinario. Se trata de la Carta apostólica «Candor Lucis aeternae», escrita el 25 marzo con ocasión de los setecientos años de la muerte del «sumo poeta» Dante Alighieri. La misma, que ocupa las páginas cuatro a la siete de este ejemplar de colección expresa el deseo del Papa Francisco de “unir mi voz a las de mis Predecesores que han honrado y celebrado al poeta, para proponerlo nuevamente a la atención de la Iglesia, a la universalidad de los fieles, a los estudiosos de literatura, a los teólogos y a los artistas. «Profeta de esperanza y testigo de la sed de infinito ínsita en el corazón del hombre»
CP