La planta de energía nuclear de Taishan, en el norte de China y a solo 130 kilómetros de Hong Kong tuvo un problema: hubo un número de barras del reactor dañadas, eso derivó en gases en el sistema, básicamente xenón y criptón, que debieron ser liberados para mantener el reactor bajo control. Hasta ahí los hechos, admitidos por las propias autoridades chinas, que en un lacónico comunicado del Ministerio de Ecología y Medio Ambiente se limitaron a señalar que la emisión de gases “está dentro de los márgenes aceptables para la operación estable y nadie corrió riesgos”. La duda entre los especialistas occidentales es simple: ¿admitiría China estar ante una "amenaza radiológica inminente, como habría advertido a EE.UU. el fabricante francés de ese reactor?
¿O trabajaría de manera incansable en procura de atenuar los riesgos, tratando de que esa situación trascienda lo menos posible?. No se trata de una sospecha, sino de una práctica que lleva décadas: Beijing nunca abunda en datos sobre sus inconvenientes domésticos.
"Aproximadamente cinco de las más 60.000 barras de combustible del núcleo del reactor número 1 resultaron dañadas, se trata de una proporción de menos del 0,01 % del total de la planta, y eso es mucho menor que la proporción máxima de daños en barras de combustible aceptable según el diseño (del reactor), que es del 0,25 %”, dijo el Ministerio chino, a través de un portavoz de la Administración Estatal de Seguridad Nuclear.
"La presencia de gases en el sistema está dentro de los márgenes aceptables", por lo que consideraron que “la seguridad operativa de la central está garantizada”. Lo sugestivo es que sobre las razones del incidente la explicación solo tuvo dos palabras, que admiten innumerables conjeturas de los especialistas: "Factores incontrolables".
"La presencia de gases en el sistema está dentro de los márgenes aceptables", por lo que consideraron que “la seguridad operativa de la central está garantizada”.
La alarma global había salido de CNN, que citando un aviso del fabricante francés del reactor número 1 de Taishan, la empresa francesa Framatome, indicó que desde esas empresa habían pedido ayuda a expertos americanos por una “amenaza radiológica inminente” en China.
Sin embargo horas después Framatone, que es propiedad de una sociedad en la que tiene mayoría EDF Energy (Électricité de France), intentó bajar el tono del asunto, indicando en un breve comunicado de cinco líneas que "Framatome presta apoyo a la resolución de un problema de rendimiento en la planta nuclear de Taishan, en la provincia china de Guangdong. Según los datos disponibles, la planta está operando dentro de los parámetros de seguridad. Nuestro equipo trabaja con expertos para evaluar la situación y proponer soluciones para abordar cualquier riesgo potencial".
"No hubo riesgos, porque el aumento del nivel de radiactividad en el circuito primario no es un accidente de fuga radiactiva, es totalmente diferente”, agregó un vocero chino, también sin precisiones ni números sobre ese aumento del nivel que afectó el circuito primario, definido como "menor". Las autoridades chinas desmintieron también los temores franceses e insistieron en que "los niveles de radiación en las afueras de la central de Taishan son normales, no ha habido ninguna fuga”.
El comunicado apunta que se sigue vigilando de cerca el nivel de radiactividad en el circuito primario del reactor 1 y que se mantiene la comunicación con la Agencia Internacional de Energía Atómica y con los reguladores nucleares franceses.
Pero los expertos destacan que Framatome sabe de qué habla, no solo porque fabricó el reactor, sino porque además está asociada con el 30 % de la compañía conjunta que opera Taishan, cuyo 70 % restante es de la estatal China General Nuclear Power Corporation (CGN). El reactor de Taishan fue el sistema que inició la tecnología EPR (Reactor Europeo de Presurización), un desarrollo de Framatone que entró en servicio diciembre de 2018. En septiembre de 2019 se agregó un segundo reactor en funciones, pero ese no habría presentado problemas en el incidente de estos días.
“No estamos ante el escenario de un accidente con una fusión del núcleo“, dijo a la agencia francesa AFP un portavoz de EDF Energy, sin identificarse. “No estamos hablando de contaminación, estamos hablando de emisiones controladas”, recalcó. La duda ahora en las agencias globales es si la situación habrá quedado definitivamente controlada, enmarcada en los episodios de este tipo que puede generar la actividad habitual de la energía nuclear.
EDF admitió la acumulación de gases nobles en el sistema de enfriamiento del reactor número 1, pero sostuvo que las autoridades chinas afirmaron los gases fueron recogidos y tratados antes de ser liberados a la atmósfera. "Se cumplió con las regulaciones", dijo la empresa francesa de energía.
"No creemos que China esté jugando con la seguridad en esta central nuclear", se limitó a señalar la ministra francesa de la Transición Ecológica, Barbara Pompili. En una entrevista con France Inter, Pompili explicó que sus informaciones venían de EDF, que a su vez ha recibido los detalles del incidente a través de las autoridades chinas. Los riesgos potenciales, en consecuencia, solo los conoce Beijing.
HB