Hanna y Pilar Daligio, hijas de la psicóloga asesinada por un motochorro en Ramos Mejía, hablaron el martes sobre el trágico episodio que terminó con la vida de su madre y reconocieron que el juez que liberó al delincuente "tiene las manos manchadas de sangre".
Marcelo Alfredo Riquert fue quien decidió soltar a Alejandro Miguel Ochoa con la excusa de la pandemia y el argumento adicional de que había concretado talleres de yoga y de ajedrez, entre otros.
En declaraciones realizadas a Intratables, precisaron: “Ese juez tiene las manos manchadas de sangre, porque tomó esta decisión, porque si no hubiera firmado con su lapicera, estaríamos con nuestra mamá”.
Asimismo, recordaron: “Mirábamos las noticias que soltaban asesinos y violadores y que salían e iban a buscar a otras víctimas. Estábamos indignadas, sobre todo porque no podés ir a reclamar nada a nadie”.
Retomando su postura respecto al veredicto emitido por Riquert sobre Ochoa, admitieron: “Decían que lo soltaron porque había tomado clases de yoga. La verdad que da risa”.
El historial del delincuente
En 2017, Alejandro Miguel Ochoa había sido condenado a ocho años y medio de prisión, por dos asaltos a dos mujeres en un raid delictivo. Durante el juicio, se supo que el motochorro ya tenía una condena anterior por otros seis hechos similares.
Debía ser liberado en junio del 2024 pero el 22 de abril del 2020 su defensora solicitó al juez Ricardo Perdichizzi la prisión domiciliaria de su defendido, por problemas de salud vinculados al Epoc.
Perdichizzi desaconsejó la petición realizada, afirmando que su problema de salud podía ser tratado dentro de la cárcel. Aun así, saldría "libre" en mayo por disposición de la Sala I de Cámara de Apelaciones y Garantías de Mar del Plata, que le concedió dicho beneficio con el objetivo de evitar contagios por Covid en cárceles.
El fallo que se convirtió en la sentencia de muerte de la psicóloga social
En octubre, sería detenido nuevamente en la localidad de Morón por otro robo. Sin embargo, tras dar un nombre falso a la policía y, al no contar con antecedentes, quedó una vez más en libertad. A los pocos días, la Fiscalía N° 3 de Morón identificó correctamente a Ochoa pero pudo encontrarlo.
De allí en más, estuvo prófugo de la Justicia hasta que intentó arrebatarle la cartera a María Rosa Daglio, de 56 años, quien murió de un paro cardíaco debido a los fuertes golpes sufridos en el violento arrebato.
JFG / DS
