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Murió Maradona

Diego Maradona: El costo de la fama, según Tomás Abraham

Hace casi 20 años, el filósofo y escritor argentino meditó sobre la fama, las contradicciones y las enseñanzas que ya entonces nos dejaba "El Diego".

Diego Maradona
Diego Maradona | AFP

En el 2001, Tomas Abraham reflexionó sobre el precio de la fama, este “contrato fáustico con el Diablo”, el cual Diego Maradona firmó desde que comenzó a estar a “disposición de los medios de comunicación” y ser “un hombre público”. Las enseñanzas y las contradicciones que nos dejó el "Diez".

“Fui a ver Argentinos Juniors-Talleres. Era la época en que mi equipo deambulaba por la mitad de la tabla y borraba el interés de los hinchas, así que más de una vez iba a ver simplemente fútbol. Ganaba Talleres 1 a 0, y en el segundo tiempo Argentinos hace un cambio. Entra un jugador potente, bajo, pero no tan bajo, aguerrido, que en un momento saca un chutazo que roza el travesaño”, recordó Abraham.

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La primera impresión que le dejó Maradona no fue la de su habilidad sino la de “su potencia, su garra, su fuerza y, considerando su edad, su enorme fuerza zurda”.

Así como Maradona “nos enseñó que tomar drogas, cocaína, no nos hace criminales, ni nos hace matar gente, ni ser unos hijos de puta, a lo sumo nos arruina la vida”, explicó Abraham, también “nos enseñó que se ama a los amigos con una intensidad tal que es posible casi enamorarse de ellos y besarlos en público”.

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“Nos enseñó con su vida que los chicos de quince, dieciséis, son seres sumamente frágiles, permeables a las agresiones, fácilmente usados, y no porquerías imberbes que merecen la pena de muerte”, escribió.

A su vez, según el filósofo, en Maradona se aprecian cosas que en los demás se condenan, siendo este uno de los precios de la fama.

Maradona hizo del potrero argentino un arquetipo universal. El potrero es la tierra del fútbol, la tierra de nuestra infancia, no tiene pasto es dura y polvorienta, los postes no tienen color y la música que perdura se llama largála comilón, no se la pasés al Gordo, y gol. Esta tierra de nadie y reino de la infancia, es lo que Maradona inmortalizó en un símbolo de belleza”, agregó el escritor argentino.

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“Maradona sufre”, afirmó Abraham, “pero considero que su sufrimiento no es sólo la cocaína, sino esa fama que atravesó su gloria. Es duro llegar al éxtasis a los veintiséis años, y luego mandarse a guadar en un cofre”, sostuvo.

Según escribió el filósofo, para que un ídolo entre en “el panteón de los dioses”, debe morir joven, o trágicamente, como el Che, Evita, Gardel. “No se les permite una larga vida bajo las sombras de los árboles para ver jugar a los nietitos, como hacía Don Corleone en la gran película de Coppola, Francis Ford”. Siguiendo a Abraham, el drama de Maradona es esta lucha contra el precio que le pide el diablo, “es su resistencia a satisfacer la necesidad de mártires a quien adorar, su lucha para no ser un dios”.